Con la mirada puesta en “Japón como una sociedad de baja emisión de carbono”
Discurso pronunciado por Su Excelencia el Señor Yasuo Fukuda, Primer Ministro

9 de junio de 2008

(en el Club de Prensa de Japón )

 

<Introducción>

(El pasado, el presente y el futuro)

 

La semana pasada realicé una breve visita a la República Federal de Alemania, el Reino Unido y la República Italiana. Exactamente un mes antes de la Cumbre del G8 de Hokkaido Toyako, mantuve conversaciones muy fructíferas con los líderes de cuatro países europeos.

“Ironbridge”, en el Reino Unido, donde se construyó el primer puente de hierro en la segunda mitad del siglo XVIII, es preservado como Patrimonio Mundial.

La construcción del Puente de Hierro, reconocida como el inicio de la Revolución Industrial, fue posible gracias al uso del coque, un combustible fósil que reemplazó al carbón para hacer posible la producción de acero en masa.

La fuente de energía que sustentó la Revolución Industrial simbolizada por el Puente de Hierro pasó más tarde del carbón al petróleo. Mediante el uso de combustibles fósiles, la humanidad pudo construir la sociedad moderna a una velocidad vertiginosa hasta nuestros días.

A comienzos del siglo XXI, debemos hacer frente, sin embargo, al agotamiento de los recursos naturales y al calentamiento global. Nuestra sociedad se encuentra en una encrucijada importante.

Podemos recordar con gratitud los logros de la Revolución Industrial hace más de doscientos años. Pero lo que está en juego en este momento es cómo nos mirarán las futuras generaciones dentro de doscientos años.

Con el telón de fondo de estos cambios en la historia, hoy desearía hablar sobre el tema del calentamiento global.

 

(La transformación en una sociedad de baja emisión de carbono)

 

Tal como ha venido advirtiendo en reiteradas oportunidades la Comisión Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), si no abordamos el problema del calentamiento global, éste precipitará a las generaciones futuras en una situación crítica.

Por otra parte, la fuerte dependencia mundial respecto de los combustibles fósiles, que está por debajo del problema del calentamiento global, ya está lanzando advertencias contundentes a la generación actual.

En la época en que yo trabajaba para una compañía petrolera, hace unos cuarenta años, el precio del crudo costaba apenas un dólar por barril. Desde entonces se ha dicho que el rápido crecimiento de Japón en la posguerra fue posible gracias a la energía barata ofrecida por el petróleo. Hoy, en cambio, el precio del petróleo superó los 130 dólares por barril. Además, el alza en los precios de la energía, sumada a otras causas, desencadenó otros problemas graves, entre otros, el aumento de los precios alimentarios y la dificultad de garantizar reservas suficientes de alimentos.

Este es sin duda el momento en que debemos liberarnos de nuestra dependencia de los combustibles fósiles desde el inicio de la Revolución Industrial. Para el bien de las generaciones futuras, debemos cambiar el rumbo del país hacia una sociedad de baja emisión de carbono.

Sin embargo, no se trata de un problema exclusivo de Japón. El calentamiento global es un problema global que no conoce fronteras. De ahí que una perspectiva amplia a nivel mundial sea el primer requisito para debatir el calentamiento global.

Al mismo tiempo, la creación de una sociedad de baja emisión de carbono es la tarea de todos y cada uno de los ciudadanos japoneses. De hecho, no debemos olvidar que cada miembro del pueblo es parte interesada y protagonista en esta empresa. No podemos llegar a tener una sociedad de baja emisión de carbono sin una acción nacional.

Llegar a ser una sociedad de baja emisión de carbono requiere una doble perspectiva: la necesidad de un emprendimiento global y a la vez la necesidad de una acción a nivel popular por parte del país en su totalidad.

 

(Avanzar con confianza)

 

Esa transición hacia una sociedad de baja emisión de carbono constituye indudablemente un desafío importante que enfrenta nuestra generación. Sin embargo, no podemos afrontar esta prueba considerándola solamente como una carga para nosotros.

Primero, debemos ver la transición hacia una sociedad de baja emisión de carbono como “una nueva oportunidad para el crecimiento económico”.

Las medidas para contrarrestar el calentamiento global generarán nueva demanda, nuevos empleos y nuevos ingresos. Una sociedad de baja emisión de carbono ofrece grandes oportunidades para la actividad económica compatible con el medio ambiente.

La visión global emergente de que las emisiones de CO2 son una responsabilidad, asegurará una ventaja competitiva a la tecnología japonesa relacionada con la conservación de energía y el medio ambiente, que exhibe altos niveles de eficiencia energética.

En segundo lugar, en las cualidades inherentes a Japón y en sus tradiciones ya existen claves acerca de cómo lograr una sociedad de baja emisión de carbono.

En el origen mismo de la cultura japonesa se halla la idea de convivencia con la naturaleza. A lo largo del proceso de crecimiento económico sufrimos en un momento las consecuencias del deterioro ambiental. No obstante, aprendiendo de nuestros errores, conseguimos construir una de las economías más prósperas del mundo bajo la bandera de la armonía ambiental.

El espíritu de “mottainai” (es decir, el espíritu de cuidar, no desperdiciar y maximizar el uso efectivo de los recursos limitados) ciertamente servirá como palabra clave en las futuras sociedades de baja emisión de carbono.

Si tenemos presentes todos estos puntos, no hay por qué vacilar. Éste es el momento en que deberíamos dar el primer paso hacia una sociedad de baja emisión de carbono animados de una absoluta confianza.

Ahora me gustaría ofrecer mis puntos de vista sobre las políticas concretas necesarias para la transición. Primero, señalaré las metas que Japón debería proponerse alcanzar.

 

<Objetivos de Japón a largo y mediano plazo>

 

(Objetivos a largo plazo)

 

Los efectos del calentamiento global ya son visibles. Si queremos salvarnos de estos peligros, debemos estabilizar las concentraciones de CO2 en un nivel fijo.

Para ello, debemos reducir a la mitad las emisiones de CO2 para el año 2050. Este objetivo de reducción constituye el punto crucial del “Cool Earth Programme” que Japón ha propuesto al mundo. Yo pretendo que esta meta sea compartida por los países miembros del G8 y otras economías importantes.

Es imposible alcanzar esta meta a menos que todos los países aborden el tema del calentamiento global de una u otra manera, no sólo los principales emisores de carbono. Es obvio, asimismo, que en este proceso los países desarrollados también deberían colaborar más que los países en desarrollo. Por su parte, Japón fijará un objetivo a largo plazo de reducir, para 2050, entre 60-80% de su nivel actual de emisiones, para generar una sociedad de baja emisión de carbono que podamos mostrar orgullosamente al mundo.

Creo que, habiendo alcanzado su desarrollo antes que otros países, a Japón le corresponde una responsabilidad mayor en esta lucha por salvar nuestro planeta.

 

(Objetivos a mediano plazo)

 

Para alcanzar seriamente nuestro objetivo a largo plazo de reducir a la mitad las emisiones de CO2 para 2050, es vital que las emisiones mundiales totales sean controladas de manera que lleguen a su pico máximo en los próximos diez a veinte años.

Teniendo en cuenta que ese período se acerca rápidamente, ya no podemos darnos el lujo de perder tiempo haciendo exhortaciones huecas ni en un juego de fijar objetivos que sirvan únicamente como propaganda política.

Ya es tiempo de iniciar conversaciones fundadas con el fin de fijar las metas para cada país, metas que podamos respectivamente comprometernos a alcanzar con certeza. El enfoque sectorial que propuse en el Foro Económico Mundial reunido en Davos no es otra cosa que una metodología para lograr esa solución realista.

La Unión Europea (UE) fijó el objetivo de reducir las emisiones en un 20% con respecto al nivel de 1990 para 2020. Esto exigirá una reducción del 14% respecto del nivel actual (2005). Japón, adelantado en el campo de la conservación energética, ya alcanzó tasas de eficiencia energética que superan ampliamente las correspondientes a los países de la UE. No obstante, Japón anunció recientemente que puede llegar a obtener una reducción adicional del 14% respecto del nivel actual, reducción del mismo orden que la que debe llevar a cabo la UE.

Los niveles de emisión de Japón desde 1990 han fluctuado un tanto, pero la realidad se ha mantenido en una tendencia levemente en alza. Una reducción del 14% para el año 2020 implicará no sólo bajar el pico máximo de emisiones de Japón dentro de los próximos uno o dos años, sino también alcanzar seguramente los objetivos 2008-2012 establecidos en el Protocolo de Kyoto. Debemos alcanzar reducciones aún mayores para 2020 y continuar a la vanguardia mundial en la conservación energética como líder global con las normas más elevadas.

La cifra que menciono no es de ninguna manera una conjetura. Fue calculada gracias a la rigurosa aplicación del enfoque sectorial, considerando en sumo detalle hasta qué punto seríamos capaces, con realismo, de introducir las tecnologías más avanzadas para el ahorro de energía y energía renovable que se supone existirán en distintos momentos. En cada caso se hizo el recuento de las potenciales reducciones de las emisiones, lo cual dio como resultado esta cifra porcentual.

Dejando de lado el costo que implica, es el primer intento en el mundo de haber presentado un panorama concreto de lo que es factible técnicamente.

Al fijar objetivos nacionales de reducción de emisiones cuantificables, me esforzaré por hacer que los países del mundo adquieran la comprensión de este enfoque sectorial. En términos concretos, debemos persuadir a otros países de que analicen el alcance real de sus potenciales de reducción aplicando un enfoque sectorial como el de Japón e informar los resultados en la XIV Sesión de la Conferencia de las Partes a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP14) que se realizará en diciembre de este año.

En lo que se refiere al “año base”, hay un debate en curso respecto de la sensatez de mantener el año 1990, o sea dos décadas atrás. Teniendo en cuenta éste y otros puntos de discusión, habría que establecer una metodología, considerando las evaluaciones del enfoque sectorial de otros países. Japón, por su parte, piensa anunciar su objetivo nacional cuantificado en un momento apropiado del año que viene.

En cualquier caso, para alcanzar la meta de conseguir que las emisiones mundiales totales lleguen a su pico máximo en el futuro cercano, es esencial tener un marco de “participación de todos” que incluya, no solamente a la UE y a Japón, sino también a otras grandes economías.

Japón negociará tenazmente para cimentar un acuerdo internacional acerca de “reglas justas y equitativas” que sean aprobadas por todos. La premisa de dichas reglas será mayores contribuciones por parte de los países desarrollados en comparación con los países en desarrollo.

<Políticas concretas>

Debemos enfrentar directamente el estado actual del medio ambiente global y, en vez de reiterar exhortaciones huecas, emprender una acción real que verdaderamente reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero. Tal es mi sincera convicción.

¿Qué podemos hacer para conseguirlo, entonces? Las políticas concretas que he formulado consisten en los siguientes cuatro pilares principales.

Primero, desarrollar tecnologías innovadoras difundiendo al mismo tiempo las tecnologías avanzadas existentes;

Segundo, construir un marco de referencia para impulsar al país entero a bajar las emisiones de carbono;

Tercero, las regiones deberán desempeñar papeles activos; y

Cuarto, hacer que cada ciudadano sea protagonista en la reducción de las emisiones.

 

1. Desarrollar tecnologías innovadoras difundiendo al mismo tiempo las tecnologías avanzadas existentes

 

(Tecnologías innovadoras)

 

El primer pilar es la importancia de la tecnología. No podremos reducir a la mitad las emisiones para el año 2050, mucho menos reducirlas en un 80% por más que difundamos ampliamente las tecnologías existentes sobre conservación energética y otras áreas relevantes. El problema que enfrentamos no puede ser superado sin grandes adelantos tecnológicos.

La clave está en que logremos desarrollar tecnologías innovadoras libres de carbono que no existen en la actualidad. Estos avances requerirán un gran esfuerzo y cierto número de años.

Pese al anuncio de las metas audaces de alcanzar reducciones de 50% o de 60-80% para 2050, oímos muy poco acerca de medidas concretas para desarrollar tecnologías innovadoras. Por el contrario, la financiación destinada en el mundo a este propósito cayó actualmente a la mitad de su nivel máximo en el momento de la segunda crisis petrolera.

En Japón, la situación es distinta. Si comparamos las inversiones realizadas en 2005 por los gobiernos nacionales de todo el mundo en investigación y desarrollo, vemos que Japón adjudicó muchos más recursos que Estados Unidos o los países europeos. En otras palabras, más que ningún otro país del mundo, Japón está realizando seriamente un esfuerzo de inversión para desarrollar las tecnologías innovadoras que serán la clave para salvar el futuro de nuestro planeta.

En la Conferencia de Davos en enero, anuncié un “Plan de tecnología para baja emisión de carbono” a través del cual Japón invertirá 30.000 millones de dólares en los próximos cinco años, así como el establecimiento de un mecanismo financiero llamado “Cool Earth Partnership” por el cual Japón aportará 10.000 millones de dólares para fomentar medidas que deben ser adoptadas en los países en desarrollo.

Hacia el futuro, Japón, como país desarrollado en el área del medio ambiente, tiene la intención de ofrecer generosamente tecnologías y conocimientos de ahorro de energía a países en desarrollo y a grandes economías como China e India. Sin embargo, para resolver el problema del calentamiento global no bastan los esfuerzos de Japón únicamente. Toda la comunidad internacional debe involucrarse.

Como una manera de ayudar a los países en desarrollo a abordar el tema del cambio climático, Japón está trabajando con Estados Unidos y el Reino Unido para crear un nuevo fondo multilateral. Japón aportará por su parte hasta 1.200 millones de dólares. Tengo la intención de usar el proceso de la cumbre del G8 y otras oportunidades para pedir a un número mayor de países que colaboren.

Si bien el círculo global para ayudar a los países en desarrollo está creciendo gradualmente, debo señalar el retraso en las iniciativas para desarrollar tecnologías innovadoras.

Así, con el fin de acelerar más las iniciativas para desarrollar tecnologías innovadoras, pienso proponer en la Cumbre del G8 de Hokkaido Toyako una “Asociación Internacional para el Medio Ambiente y la Energía” que abarcaría la colaboración con organizaciones internacionales.

El propósito es compartir una hoja de ruta global para el desarrollo tecnológico que mire treinta o cuarenta años hacia adelante y que cubra tecnologías innovadoras en células solares, tecnología de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CCS) al igual que tecnología sobre energía nuclear de última generación. Al hacer que cada país trabaje en su área de ventaja, la comunidad internacional funcionará al unísono para llevar adelante el desarrollo tecnológico.

Se creará un esquema a través del cual los logros de esta colaboración serán compartidos también con los países en desarrollo como un capital internacional común.

 

(Difundir las tecnologías avanzadas existentes: la energía renovable)

 

Para hacer realidad una sociedad de baja emisión de carbono, necesitaremos emplear a fondo las tecnologías avanzadas existentes hasta que se desarrollen tecnologías innovadoras.

Si queremos reducir nuestras emisiones en un 14% del nivel actual para 2020, como señalé anteriormente, debemos aumentar por encima del 50% el coeficiente de “provisión de energía de emisión cero”, que consiste en fuentes de energía renovable como la energía solar, eólica e hidráulica, biomasa y fuentes energéticas no explotadas, al igual que energía nuclear. Asimismo, debemos alcanzar varias metas ambiciosas, a saber la introducción de vehículos de última generación a un ritmo de una de cada dos unidades nuevas vendidas.

En particular, Japón actualmente quedó rezagado respecto de Alemania en cuanto a predominio de generación de electricidad por energía solar, un área en la que Japón siempre se destacaba. Para recuperar el primer puesto global en términos de generación de electricidad por energía solar, establezco por este medio el objetivo de decuplicarla para 2020, y de un aumento cuarenta veces mayor para 2030 respecto del nivel actual.

Los cálculos indican que, para alcanzar estos objetivos, los servicios de electricidad necesitarán instalar algunas de las plantas mega-solares generadoras de electricidad más grandes del mundo en todo el país, en tanto que más del 70% de las nuevas casas construidas deben utilizar energía solar.

Al mismo tiempo que apoyamos el desarrollo tecnológico para bajar los costos y asegurar la estabilidad sistémica, debemos considerar también medidas audaces para apoyar la introducción de la energía solar así como nuevos sistemas de fijación de precios, tomando en cuenta el caso de Alemania en el que se subsidia con 500 yenes mensuales por hogar.

En cuanto a la energía nuclear, se están realizando gestiones tanto en los países desarrollados como en desarrollo para introducir plantas de energía nuclear debido a su emisión nula de CO2 y a la marcada subida reciente en los precios de la electricidad. En medio de estas tendencias internacionales se espera que Japón desempeñe el papel de promover su política de energía nuclear sobre la base de la premisa importantísima de asegurar la protección y la seguridad por un lado y ofrecer la excelente tecnología de seguridad de Japón así como transmitir, por el otro, su posición estricta respecto de la no proliferación.

 

(Difundir las tecnologías avanzadas existentes: ahorro energético)

 

Pasemos ahora a la forma en que consumimos la energía. Gracias a su proeza tecnológica en la industria y al espíritu de “mottainai”, Japón tiene la infraestructura energética más eficiente del mundo.

Japón puede hacer su aporte al mundo acelerando más esta gestión para reducir la emisión de carbono y difundiéndola en todo el mundo.

Para hacerlo, es esencial dar un gran salto en la conservación de la energía.

Por ejemplo, trabajaremos para reemplazar todas las bombillas de luz incandescentes por otras de bajo consumo para 2012. Las bombillas de luz fluorescente producen brillo suficiente al tiempo que reducen a la quinta parte el consumo de energía, y duran diez veces más. Al reemplazar también los tubos de televisión (CRT) por TV de cristal líquido y acelerar la introducción de calderas de agua, aires acondicionados y heladeras que utilicen tecnologías de ahorro de energía como las tecnologías de bomba de calor en las que Japón va a la vanguardia, podemos reducir significativamente las emisiones de CO2 bajando asimismo las tarifas de electricidad.

También pienso seguir adelante con una amplia gama de políticas relacionadas con la baja emisión de carbono, entre otras, el desarrollo de sistemas para edificios de vivienda y oficinas de bajo consumo obligatorios, acelerando la introducción de energía renovable a los edificios de oficinas y promover la difusión de viviendas que duren doscientos años.

Estableceremos además normas y mecanismos para facilitar el flujo de fondos públicos y privados a eco-empresas y buenos proyectos de infraestructura social ambiental, apuntando a hacer que los mercados japoneses de finanzas y capitales estén a la cabeza en términos de buena actitud ambiental.

 

2. Construir un marco de referencia para impulsar al país entero a bajar las emisiones de carbono

 

El segundo pilar es la construcción de un marco de referencia para impulsar al país en su totalidad a bajar las emisiones de carbono

 

(Comercio de emisiones)

 

El Estado debe sin duda intervenir para resolver los problemas ambientales. No obstante, es el sector privado el que soporta el verdadero peso de reducir las emisiones. De ahí que sea necesario garantizar un uso activo de métodos que estimulen el desarrollo de tecnologías y la reducción de las emisiones fijando un precio a las transacciones vinculadas al CO2 y utilizando al máximo los mecanismos del mercado.

Como parte de esos métodos, en 2005 se introdujo un mecanismo de comercio de emisiones dentro de la Unión Europea (EU ETS). Japón no debe dedicar un tiempo y un esfuerzo infinitos simplemente a buscar problemas ligados a ese mecanismo. Creo que más bien deberíamos pasar a un enfoque más activo, por ejemplo, proponer un conjunto de normas más efectivas.

Con esta idea, a partir del otoño de este año, comenzaremos una introducción experimental de un mercado interno integrado de comercio de emisiones con la inclusión de la mayor cantidad posible de sectores y empresas.

Sólo teniendo una experiencia directa se pueden ofrecer perspectivas convincentes cuando se trazan las normas del comercio de emisiones. Es esencial implementar normas efectivas que realmente traigan aparejados esfuerzos de reducción y desarrollo tecnológico, desarrollando al mismo tiempo un mercado saludable que esté fundado en la demanda real y no se preste a la especulación.

Mi intención es utilizar la experiencia adquirida de esta forma para clarificar las condiciones que deben ser satisfechas, las cuestiones de diseño que es necesario manejar y otros temas relevantes si el plan de comercio de emisiones llegara a introducirse plenamente. Consideraré debidamente el tipo de sistema que resulte apropiado para las industrias japonesas, que están centradas en la tecnología y la manufacturación.

Concebiremos un sistema que realce las cualidades japonesas y ejerceremos el liderazgo en la creación de normas internacionales.

 

(Reforma del sistema tributario)

 

Los instrumentos políticos para acelerar las reducciones de carbono utilizando los mecanismos de mercado ciertamente no se limitan al comercio de emisiones. Como una manera de estimular las iniciativas voluntarias para reducir las emisiones en el sector privado, debemos considerar activamente utilizar el sistema tributario y generar una “visualización” de las emisiones.

Cuando este otoño se considere una reforma fundamental del sistema impositivo, no limitaremos el examen sobre los fines del gasto de los ingresos que deben ser reasignados de la construcción de rutas al destino general. Llevaremos a cabo una revisión completa del sistema con miras a promover una sociedad de baja emisión de carbono, que incluya la consideración de un impuesto ambiental, y favorezca en consecuencia un sistema fiscal de orientación más ecológica.

Esto se llevará a cabo desde una perspectiva amplia e incluirá la posibilidad de introducir incentivos fiscales para restringir las emisiones de CO2 de autos, aparatos eléctricos para el hogar y construcción de viviendas.

Por otra parte, los países desarrollados deberían abocarse a estudiar la forma correcta de impuesto ambiental global, al que debería contribuir la comunidad internacional, como una fuente de ingreso que se usaría en forma conjunta para desarrollar tecnologías innovadoras y para ayudar a los países en desarrollo.

 

(Visualización)

 

No sólo el sector industrial debe hacerse responsable por sus emisiones de carbono. Cada miembro de la comunidad debe emprender una acción reflexiva y responsable para crear una sociedad de baja emisión de carbono.

Con ese fin, debemos visualizar las emisiones de CO2 para de esa forma poder brindar a los consumidores la información que les permita tomar decisiones adecuadas.

En el Reino Unido, se está experimentando con un sistema para rastros de carbono (carbón footprint system), que mide y rotula la cantidad de CO2 emitida durante la producción y el transporte hasta la eliminación de los productos, y un sistema de recorrido de los alimentos, y hay gestiones en curso para ampliarlos a escala internacional.

A partir del próximo año fiscal, me propongo iniciar la introducción experimental de sistemas similares para permitir que Japón participe activamente en la creación de reglamentación internacional y alcance mayores reducciones en las emisiones. Daré instrucciones a los ministerios y órganos pertinentes para que hagan preparativos en este sentido, y solicitaré a la industria que colabore. Una vez lanzado en pleno, este emprendimiento debería ser el más amplio en el mundo.

 

3. El rol activo de las regiones

 

El tercer pilar importante es el papel que deben desempeñar las regiones.

La importancia de la agricultura y la forestación en una sociedad de baja emisión de carbono no tiene precedente. Aumentar el nivel de autosuficiencia alimentaria reducirá las emisiones de CO2 que se producen al transportar los alimentos desde el exterior. La promoción de la forestación incrementará la absorción natural del CO2.

En el futuro, las regiones que alberguen industrias agrícolas y forestales tendrán una función sumamente importante como proveedoras o como bases de suministro de energía doméstica como la biomasa.

Alcanzar una sociedad de baja emisión de carbono significa ni más ni menos que las regiones asuman el liderazgo en este sentido. Esto conduciría a la autosuficiencia local en la producción y el consumo tanto de alimentos como de energía.

Aunque no sea algo muy difundido, una encuesta reciente revela que ya hay setenta y seis municipalidades que cuentan con más recursos energéticos renovables que los requeridos para satisfacer la demanda de consumo local de electricidad. Ampliando estas acciones en todo el país seremos capaces de liderar al mundo en este sentido.

Para expandir estas iniciativas regionales y hacer que estos ejemplos excelentes se repitan, seleccionaremos unas diez ciudades ambientales modelo de todo el país y tomaremos medidas innovadoras con el amplio apoyo del gobierno central.

Las ciudades grandes, medianas y pequeñas, los pueblos rurales y los pueblos de montaña a lo ancho y a lo largo del país deberían buscar métodos adecuados a nivel local para alcanzar importantes reducciones de emisiones. Japón en su conjunto logrará importantes reducciones creando un círculo virtuoso, con el gobierno central, distintas regiones y todo el pueblo apoyando estos esfuerzos y cada uno haciendo uso de las lecciones aprendidas.

 

4. Hacer que cada ciudadano sea protagonista

 

El cuarto y último pilar es hacer que cada ciudadano sea protagonista de esta empresa. La creación de una sociedad de baja emisión de carbono requiere que cada ciudadano actúe teniendo una idea clara del significado y la importancia de esta meta así como de los métodos y el peso que implica.

Los ciudadanos no deben ser espectadores que simplemente se sientan a observar el avance hacia una sociedad de baja emisión de carbono. Cada uno es actor y protagonista. Para llegar a ser una sociedad de baja emisión de carbono es esencial que la comunidad tenga conocimiento, que imagine una nueva sociedad y que actúe para propagarla.

Personas concientes ya están dando pasos dinámicos. Para permitir que estas personas hagan más y lleguen más lejos, el gobierno debe brindar un marco de referencia que induzca a la gente a modificar su conducta de manera que favorezca una sociedad de baja emisión de carbono. También debe dar la oportunidad de alertar a quienes todavía no son conscientes de la importancia de estas medidas.

La educación es de suma importancia. Debemos introducir sistemas para enseñar y aprender acerca de sociedades de baja emisión de carbono y sustentables a lo largo de la educación obligatoria así como en todos los niveles y ocasiones en el proceso de aprendizaje que abarca toda la vida.

También necesitamos cambiar nuestros estilos de vida para generar una sociedad de baja emisión de carbono. Una forma de compartir esta conciencia con toda la población es introducir el horario de verano. Los partidos gobernantes, entre otros, están estudiando esta cuestión y espero que lleguen a una conclusión lo antes posible.

Me gustaría crear asimismo un “Cool Earth Day” como otra manera de cambiar la forma de pensar de la gente.
La Cumbre del G8 en Hokkaido Toyako comenzará el 7 de julio, que es el día del festival de Tanabata (El Tabanata es una festividad de origen chino en la que se celebra el encuentro de dos estrellas, Orihime y Kengyuu, que durante el resto del año están separadas por la Vía Láctea. Por todo Japón las personas escriben sus mejores deseos y pedidos en pequeños trozos de papel que después cuelgan en árboles de bambú y que se supone ese día se hacen realidad). Hay un movimiento en marcha para estimular a los habitantes de todo el país a apagar ese día todos juntos las luces por la noche para admirar la belleza de la Vía Láctea y recordarnos a nosotros mismos la importancia de las condiciones de vida de la tierra.
No debería ser un acontecimiento de una sola vez. Deseo, por lo tanto, declarar el 7 de julio de todos los años como “Cool Earth Day” y transformarlo en un día no sólo para apagar las luces sino para que todos los japoneses lleven a cabo iniciativas distintas para recordar el camino que deberían emprender hacia una sociedad de baja emisión de carbono.

Por otra parte, exhortaremos a ONG y a grupos comunitarios de todo el país a que desempeñen un papel importante comunicando a su alrededor la importancia del medio ambiente, difundiendo el mensaje y orientando a la gente. Tengo el propósito de ayudar a expandir estas iniciativas dinámicas.

 

<Conclusión>

 

Hoy esbocé mis ideas sobre lo que debería hacer Japón para llegar a ser una sociedad de baja emisión de carbono.

Creo que propuestas de políticas más detalladas serán elaboradas en breve por la Comisión Asesora sobre el Problema del Calentamiento Global. Hoy, expliqué mis opiniones acerca del enfoque básico que debería adoptarse para abordar las cuestiones ambientales globales, a partir de los debates de la Comisión y en el seno de los partidos gobernantes, así como de conversaciones que he mantenido con miembros de organizaciones sin fines de lucro y otros expertos.

Mi Gabinete está abordando en este momento toda una variedad de cuestiones importantes, entre otras la reforma del sistema de seguridad social, la reforma fundamental del sistema tributario, la integración de la política de consumidores y la reforma de la administración pública. Un hilo conductor que une todos estos esfuerzos es la necesidad de ir más allá de los métodos y modos tradicionales de pensar: si no lo hacemos, es imposible pensar soluciones que sean aptas realmente para responder a los desafíos de la actualidad.

Los problemas ambientales globales no pueden resolverse a través de alguna medida espectacular. El sector industrial y cada pueblo deben cambiar su forma de pensar y es fundamental que trabajemos con países del mundo entero para llevar adelante las cosas de una manera constante y sostenida. Este tema sólo puede resolverse cambiando todo lo siguiente: las economías, las sociedades, las comunidades y los estilos de vida.

Así como el Puente de Hierro, construido en el Reino Unido hace más de doscientos años, es ahora Patrimonio Mundial y nos hace llegar, aquí y ahora, los logros de nuestros ancestros durante la Revolución Industrial, debemos asegurarnos de que nuestros descendientes dentro de doscientos años consideren con orgullo que nuestros esfuerzos representaron una “Revolución de la baja emisión de carbono”.

Trabajar seriamente para esta Revolución de la Baja Emisión de Carbono permitirá a Japón elevar su lugar en la comunidad internacional. Llevando la delantera en el mundo de esta manera, podemos fortalecer la economía japonesa. Razón de más para que lleguemos a crear una sociedad de baja emisión de carbono.