(El
pasado, el presente y el futuro)
La semana pasada
realicé una breve visita a la República
Federal de Alemania, el Reino Unido y la República
Italiana. Exactamente un mes antes de la Cumbre del G8
de Hokkaido Toyako, mantuve conversaciones muy fructíferas
con los líderes de cuatro países europeos.
“Ironbridge”,
en el Reino Unido, donde se construyó el primer
puente de hierro en la segunda mitad del siglo XVIII,
es preservado como Patrimonio Mundial.
La construcción
del Puente de Hierro, reconocida como el inicio de la
Revolución Industrial, fue posible gracias al uso
del coque, un combustible fósil que reemplazó
al carbón para hacer posible la producción
de acero en masa.
La fuente de
energía que sustentó la Revolución
Industrial simbolizada por el Puente de Hierro pasó
más tarde del carbón al petróleo.
Mediante el uso de combustibles fósiles, la humanidad
pudo construir la sociedad moderna a una velocidad vertiginosa
hasta nuestros días.
A comienzos
del siglo XXI, debemos hacer frente, sin embargo, al agotamiento
de los recursos naturales y al calentamiento global. Nuestra
sociedad se encuentra en una encrucijada importante.
Podemos recordar
con gratitud los logros de la Revolución Industrial
hace más de doscientos años. Pero lo que
está en juego en este momento es cómo nos
mirarán las futuras generaciones dentro de doscientos
años.
Con el telón
de fondo de estos cambios en la historia, hoy desearía
hablar sobre el tema del calentamiento global.
(La
transformación en una sociedad de baja emisión
de carbono)
Tal como ha
venido advirtiendo en reiteradas oportunidades la Comisión
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC),
si no abordamos el problema del calentamiento global,
éste precipitará a las generaciones futuras
en una situación crítica.
Por otra parte,
la fuerte dependencia mundial respecto de los combustibles
fósiles, que está por debajo del problema
del calentamiento global, ya está lanzando advertencias
contundentes a la generación actual.
En la época
en que yo trabajaba para una compañía petrolera,
hace unos cuarenta años, el precio del crudo costaba
apenas un dólar por barril. Desde entonces se ha
dicho que el rápido crecimiento de Japón
en la posguerra fue posible gracias a la energía
barata ofrecida por el petróleo. Hoy, en cambio,
el precio del petróleo superó los 130 dólares
por barril. Además, el alza en los precios de la
energía, sumada a otras causas, desencadenó
otros problemas graves, entre otros, el aumento de los
precios alimentarios y la dificultad de garantizar reservas
suficientes de alimentos.
Este es sin
duda el momento en que debemos liberarnos de nuestra dependencia
de los combustibles fósiles desde el inicio de
la Revolución Industrial. Para el bien de las generaciones
futuras, debemos cambiar el rumbo del país hacia
una sociedad de baja emisión de carbono.
Sin embargo,
no se trata de un problema exclusivo de Japón.
El calentamiento global es un problema global que no conoce
fronteras. De ahí que una perspectiva amplia a
nivel mundial sea el primer requisito para debatir el
calentamiento global.
Al mismo tiempo,
la creación de una sociedad de baja emisión
de carbono es la tarea de todos y cada uno de los ciudadanos
japoneses. De hecho, no debemos olvidar que cada miembro
del pueblo es parte interesada y protagonista en esta
empresa. No podemos llegar a tener una sociedad de baja
emisión de carbono sin una acción nacional.
Llegar a ser
una sociedad de baja emisión de carbono requiere
una doble perspectiva: la necesidad de un emprendimiento
global y a la vez la necesidad de una acción a
nivel popular por parte del país en su totalidad.
(Avanzar
con confianza)
Esa transición
hacia una sociedad de baja emisión de carbono constituye
indudablemente un desafío importante que enfrenta
nuestra generación. Sin embargo, no podemos afrontar
esta prueba considerándola solamente como una carga
para nosotros.
Primero, debemos
ver la transición hacia una sociedad de baja emisión
de carbono como “una nueva oportunidad para el crecimiento
económico”.
Las medidas
para contrarrestar el calentamiento global generarán
nueva demanda, nuevos empleos y nuevos ingresos. Una sociedad
de baja emisión de carbono ofrece grandes oportunidades
para la actividad económica compatible con el medio
ambiente.
La visión
global emergente de que las emisiones de CO2 son una responsabilidad,
asegurará una ventaja competitiva a la tecnología
japonesa relacionada con la conservación de energía
y el medio ambiente, que exhibe altos niveles de eficiencia
energética.
En segundo
lugar, en las cualidades inherentes a Japón y en
sus tradiciones ya existen claves acerca de cómo
lograr una sociedad de baja emisión de carbono.
En el origen
mismo de la cultura japonesa se halla la idea de convivencia
con la naturaleza. A lo largo del proceso de crecimiento
económico sufrimos en un momento las consecuencias
del deterioro ambiental. No obstante, aprendiendo de nuestros
errores, conseguimos construir una de las economías
más prósperas del mundo bajo la bandera
de la armonía ambiental.
El espíritu
de “mottainai” (es decir, el espíritu
de cuidar, no desperdiciar y maximizar el uso efectivo
de los recursos limitados) ciertamente servirá
como palabra clave en las futuras sociedades de baja emisión
de carbono.
Si tenemos
presentes todos estos puntos, no hay por qué vacilar.
Éste es el momento en que deberíamos dar
el primer paso hacia una sociedad de baja emisión
de carbono animados de una absoluta confianza.
Ahora me gustaría
ofrecer mis puntos de vista sobre las políticas
concretas necesarias para la transición. Primero,
señalaré las metas que Japón debería
proponerse alcanzar.
<Objetivos
de Japón a largo y mediano plazo>
(Objetivos
a largo plazo)
Los efectos
del calentamiento global ya son visibles. Si queremos
salvarnos de estos peligros, debemos estabilizar las concentraciones
de CO2 en un nivel fijo.
Para ello,
debemos reducir a la mitad las emisiones de CO2 para el
año 2050. Este objetivo de reducción constituye
el punto crucial del “Cool Earth Programme”
que Japón ha propuesto al mundo. Yo pretendo que
esta meta sea compartida por los países miembros
del G8 y otras economías importantes.
Es imposible
alcanzar esta meta a menos que todos los países
aborden el tema del calentamiento global de una u otra
manera, no sólo los principales emisores de carbono.
Es obvio, asimismo, que en este proceso los países
desarrollados también deberían colaborar
más que los países en desarrollo. Por su
parte, Japón fijará un objetivo a largo
plazo de reducir, para 2050, entre 60-80% de su nivel
actual de emisiones, para generar una sociedad de baja
emisión de carbono que podamos mostrar orgullosamente
al mundo.
Creo que, habiendo
alcanzado su desarrollo antes que otros países,
a Japón le corresponde una responsabilidad mayor
en esta lucha por salvar nuestro planeta.
(Objetivos
a mediano plazo)
Para alcanzar
seriamente nuestro objetivo a largo plazo de reducir a
la mitad las emisiones de CO2 para 2050, es vital que
las emisiones mundiales totales sean controladas de manera
que lleguen a su pico máximo en los próximos
diez a veinte años.
Teniendo en
cuenta que ese período se acerca rápidamente,
ya no podemos darnos el lujo de perder tiempo haciendo
exhortaciones huecas ni en un juego de fijar objetivos
que sirvan únicamente como propaganda política.
Ya es tiempo
de iniciar conversaciones fundadas con el fin de fijar
las metas para cada país, metas que podamos respectivamente
comprometernos a alcanzar con certeza. El enfoque sectorial
que propuse en el Foro Económico Mundial reunido
en Davos no es otra cosa que una metodología para
lograr esa solución realista.
La Unión
Europea (UE) fijó el objetivo de reducir las emisiones
en un 20% con respecto al nivel de 1990 para 2020. Esto
exigirá una reducción del 14% respecto del
nivel actual (2005). Japón, adelantado en el campo
de la conservación energética, ya alcanzó
tasas de eficiencia energética que superan ampliamente
las correspondientes a los países de la UE. No
obstante, Japón anunció recientemente que
puede llegar a obtener una reducción adicional
del 14% respecto del nivel actual, reducción del
mismo orden que la que debe llevar a cabo la UE.
Los niveles
de emisión de Japón desde 1990 han fluctuado
un tanto, pero la realidad se ha mantenido en una tendencia
levemente en alza. Una reducción del 14% para el
año 2020 implicará no sólo bajar
el pico máximo de emisiones de Japón dentro
de los próximos uno o dos años, sino también
alcanzar seguramente los objetivos 2008-2012 establecidos
en el Protocolo de Kyoto. Debemos alcanzar reducciones
aún mayores para 2020 y continuar a la vanguardia
mundial en la conservación energética como
líder global con las normas más elevadas.
La cifra que
menciono no es de ninguna manera una conjetura. Fue calculada
gracias a la rigurosa aplicación del enfoque sectorial,
considerando en sumo detalle hasta qué punto seríamos
capaces, con realismo, de introducir las tecnologías
más avanzadas para el ahorro de energía
y energía renovable que se supone existirán
en distintos momentos. En cada caso se hizo el recuento
de las potenciales reducciones de las emisiones, lo cual
dio como resultado esta cifra porcentual.
Dejando de
lado el costo que implica, es el primer intento en el
mundo de haber presentado un panorama concreto de lo que
es factible técnicamente.
Al fijar objetivos
nacionales de reducción de emisiones cuantificables,
me esforzaré por hacer que los países del
mundo adquieran la comprensión de este enfoque
sectorial. En términos concretos, debemos persuadir
a otros países de que analicen el alcance real
de sus potenciales de reducción aplicando un enfoque
sectorial como el de Japón e informar los resultados
en la XIV Sesión de la Conferencia de las Partes
a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático (COP14) que se realizará
en diciembre de este año.
En lo que se
refiere al “año base”, hay un debate
en curso respecto de la sensatez de mantener el año
1990, o sea dos décadas atrás. Teniendo
en cuenta éste y otros puntos de discusión,
habría que establecer una metodología, considerando
las evaluaciones del enfoque sectorial de otros países.
Japón, por su parte, piensa anunciar su objetivo
nacional cuantificado en un momento apropiado del año
que viene.
En cualquier
caso, para alcanzar la meta de conseguir que las emisiones
mundiales totales lleguen a su pico máximo en el
futuro cercano, es esencial tener un marco de “participación
de todos” que incluya, no solamente a la UE y a
Japón, sino también a otras grandes economías.
Japón
negociará tenazmente para cimentar un acuerdo internacional
acerca de “reglas justas y equitativas” que
sean aprobadas por todos. La premisa de dichas reglas
será mayores contribuciones por parte de los países
desarrollados en comparación con los países
en desarrollo.
<Políticas
concretas>
Debemos enfrentar
directamente el estado actual del medio ambiente global
y, en vez de reiterar exhortaciones huecas, emprender
una acción real que verdaderamente reduzca las
emisiones de gases de efecto invernadero. Tal es mi sincera
convicción.
¿Qué
podemos hacer para conseguirlo, entonces? Las políticas
concretas que he formulado consisten en los siguientes
cuatro pilares principales.
Primero, desarrollar
tecnologías innovadoras difundiendo al mismo tiempo
las tecnologías avanzadas existentes;
Segundo, construir
un marco de referencia para impulsar al país entero
a bajar las emisiones de carbono;
Tercero, las
regiones deberán desempeñar papeles activos;
y
Cuarto, hacer
que cada ciudadano sea protagonista en la reducción
de las emisiones.
1.
Desarrollar tecnologías innovadoras difundiendo
al mismo tiempo las tecnologías avanzadas existentes
(Tecnologías
innovadoras)
El primer pilar
es la importancia de la tecnología. No podremos
reducir a la mitad las emisiones para el año 2050,
mucho menos reducirlas en un 80% por más que difundamos
ampliamente las tecnologías existentes sobre conservación
energética y otras áreas relevantes. El
problema que enfrentamos no puede ser superado sin grandes
adelantos tecnológicos.
La clave está
en que logremos desarrollar tecnologías innovadoras
libres de carbono que no existen en la actualidad. Estos
avances requerirán un gran esfuerzo y cierto número
de años.
Pese al anuncio
de las metas audaces de alcanzar reducciones de 50% o
de 60-80% para 2050, oímos muy poco acerca de medidas
concretas para desarrollar tecnologías innovadoras.
Por el contrario, la financiación destinada en
el mundo a este propósito cayó actualmente
a la mitad de su nivel máximo en el momento de
la segunda crisis petrolera.
En Japón,
la situación es distinta. Si comparamos las inversiones
realizadas en 2005 por los gobiernos nacionales de todo
el mundo en investigación y desarrollo, vemos que
Japón adjudicó muchos más recursos
que Estados Unidos o los países europeos. En otras
palabras, más que ningún otro país
del mundo, Japón está realizando seriamente
un esfuerzo de inversión para desarrollar las tecnologías
innovadoras que serán la clave para salvar el futuro
de nuestro planeta.
En la Conferencia
de Davos en enero, anuncié un “Plan de tecnología
para baja emisión de carbono” a través
del cual Japón invertirá 30.000 millones
de dólares en los próximos cinco años,
así como el establecimiento de un mecanismo financiero
llamado “Cool Earth Partnership” por el cual
Japón aportará 10.000 millones de dólares
para fomentar medidas que deben ser adoptadas en los países
en desarrollo.
Hacia el futuro,
Japón, como país desarrollado en el área
del medio ambiente, tiene la intención de ofrecer
generosamente tecnologías y conocimientos de ahorro
de energía a países en desarrollo y a grandes
economías como China e India. Sin embargo, para
resolver el problema del calentamiento global no bastan
los esfuerzos de Japón únicamente. Toda
la comunidad internacional debe involucrarse.
Como una manera
de ayudar a los países en desarrollo a abordar
el tema del cambio climático, Japón está
trabajando con Estados Unidos y el Reino Unido para crear
un nuevo fondo multilateral. Japón aportará
por su parte hasta 1.200 millones de dólares. Tengo
la intención de usar el proceso de la cumbre del
G8 y otras oportunidades para pedir a un número
mayor de países que colaboren.
Si bien el
círculo global para ayudar a los países
en desarrollo está creciendo gradualmente, debo
señalar el retraso en las iniciativas para desarrollar
tecnologías innovadoras.
Así,
con el fin de acelerar más las iniciativas para
desarrollar tecnologías innovadoras, pienso proponer
en la Cumbre del G8 de Hokkaido Toyako una “Asociación
Internacional para el Medio Ambiente y la Energía”
que abarcaría la colaboración con organizaciones
internacionales.
El propósito
es compartir una hoja de ruta global para el desarrollo
tecnológico que mire treinta o cuarenta años
hacia adelante y que cubra tecnologías innovadoras
en células solares, tecnología de captura
y almacenamiento de dióxido de carbono (CCS) al
igual que tecnología sobre energía nuclear
de última generación. Al hacer que cada
país trabaje en su área de ventaja, la comunidad
internacional funcionará al unísono para
llevar adelante el desarrollo tecnológico.
Se creará
un esquema a través del cual los logros de esta
colaboración serán compartidos también
con los países en desarrollo como un capital internacional
común.
(Difundir
las tecnologías avanzadas existentes: la energía
renovable)
Para hacer
realidad una sociedad de baja emisión de carbono,
necesitaremos emplear a fondo las tecnologías avanzadas
existentes hasta que se desarrollen tecnologías
innovadoras.
Si queremos
reducir nuestras emisiones en un 14% del nivel actual
para 2020, como señalé anteriormente, debemos
aumentar por encima del 50% el coeficiente de “provisión
de energía de emisión cero”, que consiste
en fuentes de energía renovable como la energía
solar, eólica e hidráulica, biomasa y fuentes
energéticas no explotadas, al igual que energía
nuclear. Asimismo, debemos alcanzar varias metas ambiciosas,
a saber la introducción de vehículos de
última generación a un ritmo de una de cada
dos unidades nuevas vendidas.
En particular,
Japón actualmente quedó rezagado respecto
de Alemania en cuanto a predominio de generación
de electricidad por energía solar, un área
en la que Japón siempre se destacaba. Para recuperar
el primer puesto global en términos de generación
de electricidad por energía solar, establezco por
este medio el objetivo de decuplicarla para 2020, y de
un aumento cuarenta veces mayor para 2030 respecto del
nivel actual.
Los cálculos
indican que, para alcanzar estos objetivos, los servicios
de electricidad necesitarán instalar algunas de
las plantas mega-solares generadoras de electricidad más
grandes del mundo en todo el país, en tanto que
más del 70% de las nuevas casas construidas deben
utilizar energía solar.
Al mismo tiempo
que apoyamos el desarrollo tecnológico para bajar
los costos y asegurar la estabilidad sistémica,
debemos considerar también medidas audaces para
apoyar la introducción de la energía solar
así como nuevos sistemas de fijación de
precios, tomando en cuenta el caso de Alemania en el que
se subsidia con 500 yenes mensuales por hogar.
En cuanto a la energía nuclear, se están
realizando gestiones tanto en los países desarrollados
como en desarrollo para introducir plantas de energía
nuclear debido a su emisión nula de CO2 y a la
marcada subida reciente en los precios de la electricidad.
En medio de estas tendencias internacionales se espera
que Japón desempeñe el papel de promover
su política de energía nuclear sobre la
base de la premisa importantísima de asegurar la
protección y la seguridad por un lado y ofrecer
la excelente tecnología de seguridad de Japón
así como transmitir, por el otro, su posición
estricta respecto de la no proliferación.
(Difundir
las tecnologías avanzadas existentes: ahorro energético)
Pasemos ahora
a la forma en que consumimos la energía. Gracias
a su proeza tecnológica en la industria y al espíritu
de “mottainai”, Japón tiene la infraestructura
energética más eficiente del mundo.
Japón
puede hacer su aporte al mundo acelerando más esta
gestión para reducir la emisión de carbono
y difundiéndola en todo el mundo.
Para hacerlo,
es esencial dar un gran salto en la conservación
de la energía.
Por ejemplo,
trabajaremos para reemplazar todas las bombillas de luz
incandescentes por otras de bajo consumo para 2012. Las
bombillas de luz fluorescente producen brillo suficiente
al tiempo que reducen a la quinta parte el consumo de
energía, y duran diez veces más. Al reemplazar
también los tubos de televisión (CRT) por
TV de cristal líquido y acelerar la introducción
de calderas de agua, aires acondicionados y heladeras
que utilicen tecnologías de ahorro de energía
como las tecnologías de bomba de calor en las que
Japón va a la vanguardia, podemos reducir significativamente
las emisiones de CO2 bajando asimismo las tarifas de electricidad.
También
pienso seguir adelante con una amplia gama de políticas
relacionadas con la baja emisión de carbono, entre
otras, el desarrollo de sistemas para edificios de vivienda
y oficinas de bajo consumo obligatorios, acelerando la
introducción de energía renovable a los
edificios de oficinas y promover la difusión de
viviendas que duren doscientos años.
Estableceremos
además normas y mecanismos para facilitar el flujo
de fondos públicos y privados a eco-empresas y
buenos proyectos de infraestructura social ambiental,
apuntando a hacer que los mercados japoneses de finanzas
y capitales estén a la cabeza en términos
de buena actitud ambiental.
2.
Construir un marco de referencia para impulsar al país
entero a bajar las emisiones de carbono
El segundo
pilar es la construcción de un marco de referencia
para impulsar al país en su totalidad a bajar las
emisiones de carbono
(Comercio
de emisiones)
El Estado debe
sin duda intervenir para resolver los problemas ambientales.
No obstante, es el sector privado el que soporta el verdadero
peso de reducir las emisiones. De ahí que sea necesario
garantizar un uso activo de métodos que estimulen
el desarrollo de tecnologías y la reducción
de las emisiones fijando un precio a las transacciones
vinculadas al CO2 y utilizando al máximo los mecanismos
del mercado.
Como parte
de esos métodos, en 2005 se introdujo un mecanismo
de comercio de emisiones dentro de la Unión Europea
(EU ETS). Japón no debe dedicar un tiempo y un
esfuerzo infinitos simplemente a buscar problemas ligados
a ese mecanismo. Creo que más bien deberíamos
pasar a un enfoque más activo, por ejemplo, proponer
un conjunto de normas más efectivas.
Con esta idea,
a partir del otoño de este año, comenzaremos
una introducción experimental de un mercado interno
integrado de comercio de emisiones con la inclusión
de la mayor cantidad posible de sectores y empresas.
Sólo
teniendo una experiencia directa se pueden ofrecer perspectivas
convincentes cuando se trazan las normas del comercio
de emisiones. Es esencial implementar normas efectivas
que realmente traigan aparejados esfuerzos de reducción
y desarrollo tecnológico, desarrollando al mismo
tiempo un mercado saludable que esté fundado en
la demanda real y no se preste a la especulación.
Mi intención
es utilizar la experiencia adquirida de esta forma para
clarificar las condiciones que deben ser satisfechas,
las cuestiones de diseño que es necesario manejar
y otros temas relevantes si el plan de comercio de emisiones
llegara a introducirse plenamente. Consideraré
debidamente el tipo de sistema que resulte apropiado para
las industrias japonesas, que están centradas en
la tecnología y la manufacturación.
Concebiremos
un sistema que realce las cualidades japonesas y ejerceremos
el liderazgo en la creación de normas internacionales.
(Reforma
del sistema tributario)
Los instrumentos
políticos para acelerar las reducciones de carbono
utilizando los mecanismos de mercado ciertamente no se
limitan al comercio de emisiones. Como una manera de estimular
las iniciativas voluntarias para reducir las emisiones
en el sector privado, debemos considerar activamente utilizar
el sistema tributario y generar una “visualización”
de las emisiones.
Cuando este
otoño se considere una reforma fundamental del
sistema impositivo, no limitaremos el examen sobre los
fines del gasto de los ingresos que deben ser reasignados
de la construcción de rutas al destino general.
Llevaremos a cabo una revisión completa del sistema
con miras a promover una sociedad de baja emisión
de carbono, que incluya la consideración de un
impuesto ambiental, y favorezca en consecuencia un sistema
fiscal de orientación más ecológica.
Esto se llevará
a cabo desde una perspectiva amplia e incluirá
la posibilidad de introducir incentivos fiscales para
restringir las emisiones de CO2 de autos, aparatos eléctricos
para el hogar y construcción de viviendas.
Por otra parte,
los países desarrollados deberían abocarse
a estudiar la forma correcta de impuesto ambiental global,
al que debería contribuir la comunidad internacional,
como una fuente de ingreso que se usaría en forma
conjunta para desarrollar tecnologías innovadoras
y para ayudar a los países en desarrollo.
(Visualización)
No sólo
el sector industrial debe hacerse responsable por sus
emisiones de carbono. Cada miembro de la comunidad debe
emprender una acción reflexiva y responsable para
crear una sociedad de baja emisión de carbono.
Con ese fin,
debemos visualizar las emisiones de CO2 para de esa forma
poder brindar a los consumidores la información
que les permita tomar decisiones adecuadas.
En el Reino
Unido, se está experimentando con un sistema para
rastros de carbono (carbón footprint system), que
mide y rotula la cantidad de CO2 emitida durante la producción
y el transporte hasta la eliminación de los productos,
y un sistema de recorrido de los alimentos, y hay gestiones
en curso para ampliarlos a escala internacional.
A partir del
próximo año fiscal, me propongo iniciar
la introducción experimental de sistemas similares
para permitir que Japón participe activamente en
la creación de reglamentación internacional
y alcance mayores reducciones en las emisiones. Daré
instrucciones a los ministerios y órganos pertinentes
para que hagan preparativos en este sentido, y solicitaré
a la industria que colabore. Una vez lanzado en pleno,
este emprendimiento debería ser el más amplio
en el mundo.
3.
El rol activo de las regiones
El tercer pilar
importante es el papel que deben desempeñar las
regiones.
La importancia
de la agricultura y la forestación en una sociedad
de baja emisión de carbono no tiene precedente.
Aumentar el nivel de autosuficiencia alimentaria reducirá
las emisiones de CO2 que se producen al transportar los
alimentos desde el exterior. La promoción de la
forestación incrementará la absorción
natural del CO2.
En el futuro,
las regiones que alberguen industrias agrícolas
y forestales tendrán una función sumamente
importante como proveedoras o como bases de suministro
de energía doméstica como la biomasa.
Alcanzar una
sociedad de baja emisión de carbono significa ni
más ni menos que las regiones asuman el liderazgo
en este sentido. Esto conduciría a la autosuficiencia
local en la producción y el consumo tanto de alimentos
como de energía.
Aunque no sea
algo muy difundido, una encuesta reciente revela que ya
hay setenta y seis municipalidades que cuentan con más
recursos energéticos renovables que los requeridos
para satisfacer la demanda de consumo local de electricidad.
Ampliando estas acciones en todo el país seremos
capaces de liderar al mundo en este sentido.
Para expandir
estas iniciativas regionales y hacer que estos ejemplos
excelentes se repitan, seleccionaremos unas diez ciudades
ambientales modelo de todo el país y tomaremos
medidas innovadoras con el amplio apoyo del gobierno central.
Las ciudades
grandes, medianas y pequeñas, los pueblos rurales
y los pueblos de montaña a lo ancho y a lo largo
del país deberían buscar métodos
adecuados a nivel local para alcanzar importantes reducciones
de emisiones. Japón en su conjunto logrará
importantes reducciones creando un círculo virtuoso,
con el gobierno central, distintas regiones y todo el
pueblo apoyando estos esfuerzos y cada uno haciendo uso
de las lecciones aprendidas.
4.
Hacer que cada ciudadano sea protagonista
El cuarto y
último pilar es hacer que cada ciudadano sea protagonista
de esta empresa. La creación de una sociedad de
baja emisión de carbono requiere que cada ciudadano
actúe teniendo una idea clara del significado y
la importancia de esta meta así como de los métodos
y el peso que implica.
Los ciudadanos
no deben ser espectadores que simplemente se sientan a
observar el avance hacia una sociedad de baja emisión
de carbono. Cada uno es actor y protagonista. Para llegar
a ser una sociedad de baja emisión de carbono es
esencial que la comunidad tenga conocimiento, que imagine
una nueva sociedad y que actúe para propagarla.
Personas concientes
ya están dando pasos dinámicos. Para permitir
que estas personas hagan más y lleguen más
lejos, el gobierno debe brindar un marco de referencia
que induzca a la gente a modificar su conducta de manera
que favorezca una sociedad de baja emisión de carbono.
También debe dar la oportunidad de alertar a quienes
todavía no son conscientes de la importancia de
estas medidas.
La educación
es de suma importancia. Debemos introducir sistemas para
enseñar y aprender acerca de sociedades de baja
emisión de carbono y sustentables a lo largo de
la educación obligatoria así como en todos
los niveles y ocasiones en el proceso de aprendizaje que
abarca toda la vida.
También
necesitamos cambiar nuestros estilos de vida para generar
una sociedad de baja emisión de carbono. Una forma
de compartir esta conciencia con toda la población
es introducir el horario de verano. Los partidos gobernantes,
entre otros, están estudiando esta cuestión
y espero que lleguen a una conclusión lo antes
posible.
Me gustaría
crear asimismo un “Cool Earth Day” como otra
manera de cambiar la forma de pensar de la gente.
La Cumbre del G8 en Hokkaido Toyako comenzará el
7 de julio, que es el día del festival de Tanabata
(El Tabanata es una festividad de origen chino en la que
se celebra el encuentro de dos estrellas, Orihime y Kengyuu,
que durante el resto del año están separadas
por la Vía Láctea. Por todo Japón
las personas escriben sus mejores deseos y pedidos en
pequeños trozos de papel que después cuelgan
en árboles de bambú y que se supone ese
día se hacen realidad). Hay un movimiento en marcha
para estimular a los habitantes de todo el país
a apagar ese día todos juntos las luces por la
noche para admirar la belleza de la Vía Láctea
y recordarnos a nosotros mismos la importancia de las
condiciones de vida de la tierra.
No debería ser un acontecimiento de una sola vez.
Deseo, por lo tanto, declarar el 7 de julio de todos los
años como “Cool Earth Day” y transformarlo
en un día no sólo para apagar las luces
sino para que todos los japoneses lleven a cabo iniciativas
distintas para recordar el camino que deberían
emprender hacia una sociedad de baja emisión de
carbono.
Por otra parte,
exhortaremos a ONG y a grupos comunitarios de todo el
país a que desempeñen un papel importante
comunicando a su alrededor la importancia del medio ambiente,
difundiendo el mensaje y orientando a la gente. Tengo
el propósito de ayudar a expandir estas iniciativas
dinámicas.
<Conclusión>
Hoy esbocé
mis ideas sobre lo que debería hacer Japón
para llegar a ser una sociedad de baja emisión
de carbono.
Creo que propuestas
de políticas más detalladas serán
elaboradas en breve por la Comisión Asesora sobre
el Problema del Calentamiento Global. Hoy, expliqué
mis opiniones acerca del enfoque básico que debería
adoptarse para abordar las cuestiones ambientales globales,
a partir de los debates de la Comisión y en el
seno de los partidos gobernantes, así como de conversaciones
que he mantenido con miembros de organizaciones sin fines
de lucro y otros expertos.
Mi Gabinete
está abordando en este momento toda una variedad
de cuestiones importantes, entre otras la reforma del
sistema de seguridad social, la reforma fundamental del
sistema tributario, la integración de la política
de consumidores y la reforma de la administración
pública. Un hilo conductor que une todos estos
esfuerzos es la necesidad de ir más allá
de los métodos y modos tradicionales de pensar:
si no lo hacemos, es imposible pensar soluciones que sean
aptas realmente para responder a los desafíos de
la actualidad.
Los problemas
ambientales globales no pueden resolverse a través
de alguna medida espectacular. El sector industrial y
cada pueblo deben cambiar su forma de pensar y es fundamental
que trabajemos con países del mundo entero para
llevar adelante las cosas de una manera constante y sostenida.
Este tema sólo puede resolverse cambiando todo
lo siguiente: las economías, las sociedades, las
comunidades y los estilos de vida.
Así
como el Puente de Hierro, construido en el Reino Unido
hace más de doscientos años, es ahora Patrimonio
Mundial y nos hace llegar, aquí y ahora, los logros
de nuestros ancestros durante la Revolución Industrial,
debemos asegurarnos de que nuestros descendientes dentro
de doscientos años consideren con orgullo que nuestros
esfuerzos representaron una “Revolución de
la baja emisión de carbono”.