Excelencias:
Distinguidos invitados:
Damas y caballeros:
Tengo entendido que éste es el 14° aniversario de esta Conferencia Internacional, y quisiera presentarles mi sincero respeto al Sr. Ryoki Sugita, Presidente del Nikkei Inc., y a su personal, por sus esfuerzos continuos para la realización de esta conferencia. Me siento muy honrado por haber sido invitado aquí para dar unas palabras y quisiera pedirles un poco de paciencia antes de la cena.
Ante todo y en representación del Gobierno del Japón, quisiera expresar mi más cálida bienvenida al Sr. Presidente Choummaly Sayasone de la República Democrática Popular de Laos y a los amigos aquí reunidos para esta conferencia, provenientes de toda Asia y el Pacífico.
Desde el mes pasado, hemos enfrentado una situación lamentable en Asia, donde se han producido desastres naturales de inmensa magnitud uno tras otro. Myanmar fue azotado por un ciclón devastador, tras lo cual China en su región occidental sufrió un terremoto catastrófico. Ambos produjeron una desoladora cantidad de víctimas en estos países que nos apenó profundamente. Me gustaría hacer un momento de silencio para extender mis más profundos deseos de que las almas de quienes partieron de este mundo descansen en paz, así como mis sinceras condolencias a las personas que siguen sufriendo por estos acontecimientos tan trágicos. Japón presta toda la asistencia posible a estos países, para que las víctimas reciban inmediato alivio de emergencia con respecto a los desastres mencionados, y para que las zonas afectadas emprendan su recuperación y reconstrucción sin demora. Espero que el Gobierno de la Unión de Myanmar acepte, sin reservas, la buena voluntad de la comunidad internacional y conjuntamente con ella, participe en las actividades de alivio y reconstrucción.
Antes de entrar al tema principal, quisiera brindarles a Uds. el panorama de algunos hechos recientes. A principios de este mes, recibimos al Presidente Hu Jintao de China como Huésped de Estado. En las reuniones compartimos y confirmamos nuestras intenciones de fortalecer la "relación de mutuo beneficio, basada en intereses estratégicos comunes", ya que estamos de acuerdo en que nuestros países se encuentran en una nueva línea de partida. En mi opinión, podría decir que las relaciones bilaterales entre Japón y China han tomado un punto de vista global por primera vez.
Desde ya es crucial que China, como una nación principal, se desarrolle en forma estable; a ese fin Japón intenta cooperar dentro de sus posibilidades. Considero que Japón debe proseguir estas iniciativas con miras a asegurar un futuro mejor para toda Asia.
Es evidente que este tipo de perspectiva se ha extendido. El Presidente Lee Myung Bak de la República de Corea, el país vecino más cercano a Japón, lo comparte firmemente; además, coincidimos en nuestro deseo de construir una “nueva era” para Japón y la República de Corea. Estoy profundamente convencido de que la enorme importancia que tiene esta nueva era en las relaciones trilaterales entre Japón, China y la República de Corea estriba en el hecho de que ahora reconocemos una responsabilidad compartida para con nuestra región asiática y con el mundo entero. Los Líderes de todos estos tres países planificamos reunirnos aquí, en Japón, el próximo otoño para analizar diversos temas, y estoy decidido a potenciar esta dinámica en pos de nuestras relaciones.
Hasta aquí he mencionado algunos desarrollos recientes. Pero, hoy desearía explorar “El futuro de Asia” desde una perspectiva a un plazo algo mayor. Quisiera compartir con Uds. algunas reflexiones sobre dónde ha estado Asia en el pasado, y hacia dónde se dirige actualmente, para lo cual emplearé el Océano Pacífico en particular como prisma para analizar este tema. En esta ocasión también me veo obligado a expresar algunas promesas personales con miras al futuro de Asia y el Pacífico.
Hace treinta años, en 1977, Japón delineó los principios que forman el marco de su diplomacia en relación con Asia, los cuales pasaron a ser conocidos como la "Doctrina Fukuda".
A través de estos principios, nuestra relación ideal se explicaba como algo similar a la que existe entre colegas que comparten beneficios y abordan problemas en forma conjunta. Creo firmemente que no es posible otro tipo de relación entre Japón y los países de Asia. En ese sentido, considero que la Doctrina Fukuda sigue vigente.
Cuando la Doctrina Fukuda se delineó, el PIB (Producto Interno Bruto) por persona para la mayor parte de Asia estaba en el nivel de: entre 300 y 700 dólares como máximo. Si bien esta cifra era aproximadamente equivalente a los PIB per capita de los países de África, o incluso peor, en ese momento los países de Asia iniciaron sus trayectorias de fuerte crecimiento. Para todos nosotros, esto fue una lección sobre el poder de la esperanza y las oportunidades que se nos brindan. Aquí, debo transmitir, con la mayor firmeza posible, que todo cuanto se ha logrado en Asia también puede alcanzarse plenamente en África. En la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo Africano, o TICAD-Ⅳ (su sigla en inglés), convocada para la próxima semana en Yokohama, exhortaré a que se compartan las experiencias asiáticas con África y a que sea utilizada toda la potencia que tenga Asia para el desarrollo de África.
Ahora, refiriéndonos hacia dónde nos dirigimos en los próximos 30 años, un lapso de tiempo al que quisiera que prestaran atención. Me pregunto: ¿qué tipo de mundo podría ser dentro de 30 años? Pensando en voz alta, veo la imagen de un Asia en desarrollo que forma una red de países para los cuales el Océano Pacífico es un "mar interno". La vasta superficie de este Océano ya se habrá reducido al tamaño del Mar Mediterráneo y continuará reduciéndose aún más en los próximos 30 años.
Si consideramos que el Océano Pacífico es un mar interno, ¿para quién es este "mar interno", exactamente? Evidentemente lo es para Japón y los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, su sigla en inglés), e incluso para Norteamérica y Sudamérica; y para Rusia, si continúa el desarrollo de su región del Extremo Oriente. Desde ya es un mar interno para China y las naciones de Indochina, Australia y Nueva Zelanda, y considero que este mar también se extiende más allá de India para conectar las naciones de Medio Oriente.
Imagino que Uds. podrían considerar que este argumento que implica concebir al Océano Pacífico como mar interno es inesperado o grandioso. No obstante, detengámonos por un momento para recordar cómo era el Mar Mediterráneo en el siglo XVI. El historiador francés Fernand Braudel describió al Mediterráneo como un mar interno que contenía intercambios vibrantes entre los países circundantes, con gente y mercaderías que eran transportadas activamente por barcos que no cesaban de atravesar sus aguas.
Ahora bien, el Mediterráneo abarca aproximadamente 3.700 km.
Desde aquí, nuestro salón de conferencias, hasta el Puente Golden Gate de la Costa Oeste de los Estados Unidos hay una distancia que no llega a los 8.300 km; considerando la velocidad de los barcos modernos que es el triple de la de los barcos del siglo XVI, podemos cubrir todo el recorrido del Océano Pacífico al Puente Golden Gate en menos tiempo del que solía llevar ir de un extremo al otro del Mediterráneo.
Además de la velocidad de los barcos, también podemos tener en cuenta otros factores como la telecomunicación. Estoy seguro de que Uds. ahora pueden entender que, si el Mediterráneo se puede llamar mar interno y si sólo pensamos en función de la velocidad de los barcos, el Océano Pacífico ya se ha transformado en un mar interno más pequeño que el Mar Mediterráneo del siglo XVI.
Pensando de esta manera, podríamos ampliar nuestra visión psicológica de forma radical sobre la región, ¿por qué no? Aquí, en el siglo XXI, ¿no deberíamos eliminar el divisionismo psicológico de corta vista, vestigio del siglo XX, que divide al Océano Pacífico en una parte occidental y otra oriental? Al superar esa concepción, ¿no nos sentiríamos plenos como si nos sacaran un gran peso de los hombros? Considero que debemos adoptar este cambio de perspectiva, apropiado para quien desea hacer del Océano Pacífico un verdadero “mar interno”.
A la luz de esta nueva perspectiva, es evidente que aquí la palabra clave es "apertura". Sinceramente esperamos ir en la búsqueda del potencial ilimitado de la región con nuestros amigos de Asia y el Pacífico, y a ese fin, el punto de partida para la sociedad japonesa debe ser vivir en la apertura y la diversidad, abriéndose a sí mismo a la diversidad de la región de Asia-Pacífico y el mundo.
Actualmente, los países que rodean el Océano Pacífico representan aproximadamente el 60% de todo el PIB mundial, y más del 40% del valor total del comercio internacional. De observar alrededor de la "línea costera" de este futuro mar interno del Pacífico dentro de 30 años, seguramente veríamos que unas diez de las principales potencias económicas se encuentran en ese mar interno llamado el Océano Pacífico. Piensen en Japón, los Estados Unidos y China por supuesto, también en la República de Corea, India, y la ASEAN, que ahora avanza hacia su integración, así como Rusia —¿quién puede siquiera imaginar cuánto habrán avanzado estos países dentro de 30 años?
Hace poco visité Rusia, donde mantuve conversaciones con el Presidente Dmitry Medvedev y el Primer Ministro Vladimir Putin sobre el proyecto de cooperación conjunta para lograr la estabilidad de la región. Parece que últimamente Rusia ha comenzado a fijarse de nuevo en la región del Extremo Oriente, y procura crear vínculos más estrechos con la región de Asia-Pacífico para avanzar en el desarrollo del Extremo Oriente Ruso y de Siberia Oriental. En esa ocasión les dije a mis colegas que, también por este motivo, es necesario que Rusia concluya un tratado de paz con Japón. Considero que si Rusia profundiza sus relaciones con Japón y crea lazos con Asia y el Pacífico, ciertamente disfrutará de varias oportunidades para el crecimiento mientras contribuye a la prosperidad de la región Asia-Pacífico en conjunto.
A continuación me gustaría referirme a Sudasia que guarda un verdadero tesoro en recursos humanos jóvenes y altamente calificados, sobre todo en los campos de alta tecnología. Creo que Uds. coincidirán conmigo en que indudablemente India pasará a ser uno de los pilares que sostendrán el futuro de Asia.
Desde esa perspectiva, considero que todos nosotros debemos tener muy en cuenta la ubicación geográfica con que hemos sido bendecidos. Nuestro “vecindario” prospera rápidamente y, más allá de ello, nos hallamos en un tiempo y en un lugar en los que la gente, los bienes, el capital y el conocimiento entrecruzan el Océano Pacífico, con el ímpetu que permite transformarlo en un mar interno. Opino que Japón debe prever cuidadosamente la posibilidad de trabajar junto con los países de Asia y con los Estados Unidos, entre otros, para promover la asociación económica, dando mayor impulso a la división internacional de operaciones comerciales y a las redes de fabricación y distribución dentro de la región Asia-Pacífico.
Hoy en día, Asia ha entrado en escena como actor central de la historia mundial. Esta región es una red en permanente expansión y desarrollo, vinculada con el resto del mundo por el mar.
Pese a ello, esa red no evolucionará por sí sola. Los países asiáticos deben ampliar firmemente su visión hacia el Pacífico y desarrollar su capacidad de participar en la creación de esta red. Además, debemos mejorar el entorno necesario. Por eso, la cuestión que enfrentamos es qué debemos hacer específicamente para lograr esta red.
Aquí me gustaría manifestarles mis promesas en cinco áreas sobre las acciones concretas que intento adoptar.
La primera promesa es que Japón daría firme apoyo a los esfuerzos de la ASEAN para lograr una Comunidad, lo cual ya ha experimentado un avance decisivo.
La ASEAN no sólo está situada en la región que tiene la llave para esta red del Océano Pacífico, sino que además durante los últimos 30 años ha desempeñado un rol central en la cooperación regional dentro de Asia Oriental y el Pacífico. Los países de la ASEAN han venido enviando un mensaje de cooperación e integración a Japón, China y la República de Corea. Los miembros de la ASEAN emprenden esfuerzos globales para superar la brecha económica intra-ASEAN, y además pronto se establecerá la Carta Orgánica de la ASEAN, basada en valores universales.
La estabilidad y la prosperidad de la ASEAN también son temas de interés para Japón. Por lo tanto, estoy decidido a cooperar con los esfuerzos de dicha asociación, que apuntan a establecer la Comunidad de la ASEAN para el año 2015, y aumentar la cooperación a la cual se ha comprometido Japón hasta ahora. Quisiera designar un Embajador a cargo de la ASEAN, una vez entrada en vigencia la Carta Orgánica de la ASEAN, y supongo que en un futuro no lejano, se establecerá la Misión Permanente de Japón ante la ASEAN.
Las relaciones entre Japón y la ASEAN han tenido un importante avance en este último tiempo; me refiero al Acuerdo de Asociación Económica Global ASEAN-Japón (AJCEP, por su sigla en inglés). Sin duda alguna esto funcionará como un incentivo esencial para la creación de un único mercado dentro de la región de la ASEAN.
Sin embargo, estoy convencido de que será trascendental que se resuelvan las disparidades económicas intra-ASEAN para que este mercado único alcance un desarrollo sólido. Me gustaría declarar a los próximos 30 años como los “treinta años de franqueo de las brechas del Desarrollo Asiático” y proponer que trabajemos juntos para hacerlo realidad.
En particular, como parte del apoyo que Japón provee a los países de la Región de Mekong, además de los diversos esfuerzos por franquear las brechas existentes dentro de la región, hemos venido brindando asistencia para facilitar un corredor que atraviese Indochina de este a oeste. Este esfuerzo conectará a los países de la ASEAN que carecen de salida al mar, con esta red del Pacífico de la que he hablado. Este “Corredor Este-Oeste” cruzará Myanmar y llegará incluso a India, lo cual indudablemente conducirá a un desarrollo aún más dinámico en la región.
Hay varias cuestiones que Japón quisiera abordar con la ASEAN, tales como la realización simultánea de protección ambiental y crecimiento económico, la eficiencia y la conservación de la energía, y los esfuerzos por asegurar la seguridad alimentaria. Los acuerdos que se han realizado para evitar la proliferación de la gripe aviar constituyen un excelente ejemplo de nuestros esfuerzos cooperativos.
De este modo y a lo largo de 30 años, la relación entre Japón y la ASEAN ha adquirido gran profundidad. Les puedo asegurar que Japón y la ASEAN son “socios que piensan juntos, actúan juntos y comparten una visión de futuro” y que esta asociación será perdurable.
La segunda promesa es que Japón reforzará su alianza con los Estados Unidos de América como una forma de bien público para la Región Asia-Pacífico.
Huelga decir que E.E.U.U. es uno de los miembros más importantes de la Región Asia-Pacífico. A menudo me refiero a una “sinergia entre las políticas de fortalecimiento de la alianza Japón-E.E.U.U. y la promoción de la diplomacia asiática”. Aún quedan elementos de inestabilidad e incertidumbre en Asia, tales como las cuestiones que rodean a Corea del Norte. La resolución de las cuestiones sobre la Península Coreana es absolutamente indispensable para el desarrollo estable de toda la región del noreste de Asia. La alianza Japón-E.E.U.U. representa mucho más que un mecanismo para garantizar la seguridad de Japón; sirve como instrumento para la estabilidad de Asia y el Pacífico en su totalidad. En consecuencia, la región asiática pasaría a ser un lugar con un futuro más previsible —o, dicho de otra manera, un lugar caracterizado por la paz mental y bajo nivel de riesgo, donde los intercambios comerciales y culturales se realicen sin restricciones. Esto servirá como piedra fundamental para la prosperidad de Asia.
Pasando a mi tercera promesa, Japón se forjará como una "Nación Promotora de la Paz", que no ahorrará esfuerzos para la concreción de la paz en Asia, en el Pacífico y en el mundo.
Para hacer rutas marítimas, centradas en los Estrechos de Malaca, con aguas libres de piratería y que no puedan ser utilizadas por los terroristas, Japón intenta promover mayor cooperación con otros países, sobre todo con los de la ASEAN. Respecto a la lucha contra el terrorismo, estamos realizando operaciones de reabastecimiento en el Océano Índico y proseguiremos con estos esfuerzos.
En cuanto a los esfuerzos de Japón para la construcción de la paz, cimentamos nuestra experiencia cuando estuvimos en Camboya y Timor Oriental y en base a eso Japón lanzó recientemente un programa de desarrollo de recursos humanos para alentar a los especialistas en el mantenimiento de la paz. Tenemos como meta, en un futuro cercano, enviar a estos especialistas japoneses y de otros países asiáticos, capacitados aquí en Japón, a zonas incluso fuera de la región asiática para trabajar aunados en actividades referidas a la construcción de la paz.
Además, quisiera lograr la “diplomacia para la cooperación en la administración de desastres". En los últimos años Asia ha sufrido una serie de desastres naturales de gran escala, que van de tsunamis a ciclones y violentos terremotos. Con el fin de reforzar la capacidad de respuesta ante los desastres, actualmente Japón trabaja en la promoción de la “cooperación en el manejo de desastres”, por ejemplo, mediante la utilización de su Asistencia Oficial para el Desarrollo, primero con los países de la ASEAN y más adelante con otros países de Asia y el Pacífico.
Estamos analizando junto con los países de Asia, la creación de una red entre las organizaciones dedicadas al alivio de desastres, ya existentes en países asiáticos, y el establecimiento de una estructura para operaciones inmediatas y coordinadas de alivio de desastres, en caso de producirse un desastre a gran escala. Considero que debemos dar pasos inmediatos para crear la red y su denominación podría ser la “Red para la Administración de Desastres y el Control de Enfermedades Infecciosas en Asia”, si se tienen en cuenta los preparativos contra la gripe aviar que ya están en curso.
Cuarta promesa: tengo la intención de acelerar los esfuerzos en materia de intercambios juveniles. Como prerrequisito para todo el espectro de cooperación, Japón desarrollará y fortalecerá la infraestructura de Asia y el Pacífico para los intercambios intelectuales y generacionales. Japón ya ha comenzado a emprender un “Plan para 300.000 Estudiantes de Intercambio”. Bajo el Programa de Intercambio para Estudiantes y Jóvenes de la Red Japón-Asia Oriental (Programme JENESYS, en inglés), estamos invitando a Japón a 6.000 jóvenes por año provenientes de toda Asia.
También espero ampliar radicalmente nuestros intercambios entre las universidades dentro de la Región Asia-Pacífico, e intercambiar opiniones con expertos de Japón y del extranjero, con el objetivo de llegar a una conclusión sobre este plan en la Reunión Cumbre de Asia del Este que tendrá lugar a fines de este año. Recordando el "Programa ERASMUSO" que ha estado en marcha en Europa desde la década del '80, quisiera crear la que podría ser su versión asiática.
En cuanto al ERIA (sigla en inglés), o el Instituto de Investigación Económica para la ASEAN y Asia del Este que se ha establecido recientemente, intento fomentarlo para que en el futuro sea una organización que asuma roles similares a los de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en esta región, con la expectativa de que Asia y el Pacífico se transformen en un centro dinámico de desarrollo.
Por último, mi quinta promesa se refiere al cambio climático. Sin embargo, es algo que Japón no podrá lograr por sí solo.
Es altamente probable que nuestra región asiática llegue a ser el mayor centro de crecimiento del planeta. Seguramente también será el mayor centro emisor de gas que provoca el efecto invernadero. La cuestión del cambio climático será abordada como uno de los temas principales en la reunión cumbre del G8 de la que Japón será sede en Toyako, Hokkaido, dentro de un mes y medio, y es un área que exige que todos nos esforcemos para poder acordar un marco sobre la reducción de emisiones post Protocolo de Kyoto, en una etapa inicial, y establecer una sociedad con bajo contenido de carbono.
En cuanto a este punto, el Presidente de China Hu Jintao expresó una perspectiva positiva durante su reciente visita a Japón, que nos alienta muchísimo. Japón puede proveer asistencia para abordar las cuestiones del cambio climático de varias maneras, y tenemos grandes esperanzas de cooperar más con los países de Asia y del Pacífico.
Estas son cinco promesas que les he explicado con respecto al futuro de la Región Asia-Pacífico —primera: apoyar decididamente la integración y el desarrollo de la ASEAN; segunda: reforzar la alianza Japón-E.E.U.U.; tercera: cumplir con nuestras responsabilidades como "Nación Promotora de la Paz"; cuarta: desarrollar la infraestructura para intercambios intelectuales y generacionales que fortalezcan el futuro de la región a través del intercambio de jóvenes. La quinta de mis promesas se refería a que es imperativo abordar, mediante los esfuerzos de todos, el desafío de lograr el crecimiento económico al mismo tiempo que la protección ambiental y el tratamiento del cambio climático.
Así como hace 30 años nadie podía prever que la era actual estaría en ciernes, ahora también nos resulta difícil predecir cómo será el mundo dentro de 30 años. Todo tiene un lado claro y otro oscuro. Realmente pueden venir tiempos en que las aguas agitadas del cambio causen inestabilidad al orden de la Región Asia-Pacífico.
Entre los desafíos que encaramos, los preparativos para el cambio climático y los intentos por mitigarlo, se presentan asuntos que exigen el compromiso de todos. De la misma manera sucede con las cuestiones hídricas, los asuntos energéticos y la seguridad alimentaria. En cuanto a los serios desafíos futuros que se nos avecinan serán la explosión demográfica y su concentración en áreas urbanas. Si no definimos marcos para implementar un mejor control— tal vez suene obvio, pero en este caso me refiero a un control transparente, democrático y basado en la fuerza de la ley —será imposible superar los tumultos sociales o sesgar los problemas cuando comiencen a surgir.
Es precisamente para esos momentos —cuando hayan surgido cuestiones difíciles—
que espero que Japón sea un país confiable, o una nación con la que los países tengan la esperanza de cooperar como colega o socio.
Japón ha atravesado numerosos momentos difíciles en el pasado. La contaminación ambiental de Japón en la época de los Juegos Olímpicos de Tokio hace 44 años era sumamente grave. Hace quince años, la economía de burbuja estalló, tras lo cual también sufrimos una grave recesión deflacionaria. Pero al haber convertido la crisis del petróleo de hace 35 años en una oportunidad, tuvimos éxito en aumentar nuestra eficiencia energética y resolvimos gran parte de los problemas de la contaminación. Japón es una nación que ha sido apabullada por una verdadera montaña de problemas, pero también es una nación solucionadora de problemas que ha podido superarlos.
Incluso, pese a que Japón ha pasado a gozar de la abundancia material, nuestro país jamás ha perdido la filosofía de mottainai, que es la sensación de que no tiene sentido desechar cosas que aún tienen cierto valor. Me parece que tenemos cierta cultura que puede servir como base para lograr el estilo de vida necesario para asumir un nuevo desafío, es decir, establecer una sociedad baja en carbono. Mi esperanza es que vean a Japón como un par con quien intercambiar experiencias, y que cuando los países de Asia y el Pacífico se encuentren con diversos problemas, pregunten qué hizo Japón para superarlos.
Considero que la relación más apropiada para la región de Asia y del Pacífico en estos momentos es aquella en la que haya aprendizaje e inspiración recíprocos. En Japón hay varios problemas que deben ser resueltos en los próximos años. En mi opinión, Japón tiene mucho que aprender de los países de Asia y el Pacífico, como una mayor participación de las mujeres en la sociedad, tema en que Japón ha quedado en desarrollo, o la promoción de la inversión extranjera directa hacia Japón, que en estos momentos es baja, además de mejorar la utilización de los recursos humanos de Asia altamente capacitados. Supongo que toda la Región Asia-Pacífico está muy interesada en ver cómo Japón intenta solucionar el problema de su población que envejece combinado a la baja tasa de natalidad. Japón también debe ser un país con mayor apertura. Seguramente debemos apuntar a una relación en donde cada uno aprenda del otro y lo aliente. Si los países y los pueblos de esta región, con su vasta diversidad, aúnan sus mentes para tratar los problemas es posible que las soluciones surjan más rápido.
En el dinamismo de Asia que traerá un gran impulso en el crecimiento y en la transformación del Océano Pacífico en un mar interno, tengo la esperanza de que Japón desempeñe un rol que le permita expandir las actividades y servir de núcleo central para la estabilidad y el desarrollo.
Es crucial que toda la Región Asia-Pacífico participe en la construcción de relaciones de mutua garantía y confianza, en otras palabras, que “trabaje unida”.
La región de Asia-Pacífico es una red dinámica, en expansión, con un mar que sirve como gran intermediario. Para cerrar mi discurso de hoy, diré que Japón y el pueblo japonés necesitan forjar vínculos “trabajando junto” con la gente que vive en esta región, mientras fortalecemos la confianza de “corazón a corazón".
Les agradezco su amable atención.