1.
Introducción
Es un gran placer para mí poder hablar hoy en la Universidad Nacional de La Plata sobre la política que desarrolla Japón en el ámbito internacional, centrándome en particular, en los esfuerzos de mi país para contribuir a la paz y prosperidad de la comunidad internacional. Pero antes de ello, debo explicar los principales objetivos de la diplomacia japonesa y cómo el horror de la guerra nos enseñó ser un Estado amante de la paz.
2. Objetivo de la diplomacia japonesa y sus principios. Japón Estado amante de la paz
1. Lecciones que aprendimos de la Segunda Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial trajo a Japón la muerte de millones de ciudadanos y la destrucción casi total de su infraestructura. Japón fue víctima de dos bombas nucleares y estuvo bajo ocupación militar de las Fuerzas Aliadas. Cientos de miles de japoneses fueron detenidos contra su voluntad en tierras lejanas y muchos de ellos murieron sin volver a pisar su patria. La población japonesa vivió en extrema pobreza y en condiciones pésimas de sanidad.
Asimismo, el pueblo japonés es profundamente consciente de que la derrota en la guerra fue consecuencia directa de nuestras propias políticas equivocadas; las que habían causado un tremendo daño y sufrimiento a los ciudadanos de muchos países, sobre todo a nuestros vecinos de Asia.
Después de la guera, el proceso de reconstrucción de Japón fue muy rápido. Nuestra economía que había quedado completamente desvastada, recuperó en 1955 el nivel máximo de pre-guerra. Y en 1968 Japón se convirtió en la segunda potencia económica del mundo y hoy día ha llegado construir una sociedad de la abundancia, así como una democracia estable. Merece recordar que esta recuperación y prosperidad ha sido posible gracias a la relativa estabilidad de la que se podía gozar en en el mundo.
2. Dos principios:
(1) Japón consagrado a la paz. Se dedica exclusivamente a los ideales pacíficos.
En este contexto, el principio fundamental de la política exterior de nuestro gobierno es la búsqueda de la paz y la estabilidad del mundo, como una Nación eminentemente pacífica y amante de la paz. Esto es inamovible, no ha cambiado ni cambiará para nosotros; si bien en el transcurso de los años la política exterior de Japón se ha transformado varias veces para enfrentar los nuevos retos del momento.
Hemos seguido con resolución el camino de una nación pacífica y Japón ha perseguido una política de defensa exclusivamente orientada hacia la autodefensa. Japón ha mantenido una política activa para prevenir conflictos internacionales. Y hemos venido haciendo máximos esfuerzos para poner a disposición de la comunidad internacional nuestros recursos para mantener la paz y la estabilidad.
Me gustaría enumerar a continuación algunos ejemplos de los ideales pacifistas de Japón y de las políticas aplicadas para conseguir nuestro objetivo:
(a) Japón nunca ha utilizado la fuerza después de la Segunda Guerra Mundial:
Una característica que hace destacar a Japón en la comunidad internacional es su política de defensa exclusivamente orientada hacia la autodefensa. Es decir, Japón sólo mantiene la mínima capacidad de defensa necesaria para su autodefensa y no posee armas ofensivas. Por ejemplo, Japón no tiene porta-aviones o misiles balísticos de largo alcance. En los más de 60 años de la posguerra Japón no ha recurrido al uso de las armas ni una sola vez.
(b) El presupuesto de defensa se limita a un bajísimo nivel, alrededor del 1% del PBI:
Además nuestra política de seguridad y nuestros gastos militares tienen un alto grado de transparencia.
(c) Mantenemos tres principios no nucleares. No poseer, no fabricar y no permitir la introducción de armas nucleares:
A veces, con fines maléficos, se especula con la posibilidad de que Japón adquiera armas nucleares. Les puedo garantizar que eso no ocurrirá nunca. Quienes piensan que Japón puede convertirse en una potencia nuclear no comprenden para nada la intensidad de los sentimientos antinucleares de los japoneses y la firmeza de su vocación pacífica. Es importante recordar que Japón es el único país en el mundo que ha sufrido directamente las consecuencias de un bombardeo nuclear y que la política nuclear está respaldada por la abrumadora mayoría de los japoneses.
(d)Tratado de Seguridad con los Estados Unidos que contribuye a la estabilidad de la región de Asia:
Otro componente clave de nuestra política de defensa es nuestra alianza con los Estados Unidos. Este tratado no sólo ha garantizado la paz y seguridad de Japón a lo largo de medio siglo, sino que ha contribuido a la creación de un entorno estable internacional en el cual Japón ha podido dedicarse a la construcción y la activación de su economía. Es decir, el Tratado de Seguridad ha venido desempeñando un papel primordial en el mantenimiento de la paz y estabilidad en nuestra región de asia-pacífico. En una región que no cuenta con un mecanismo multilateral de seguridad como la OTAN, los tratados bilaterales de seguridad que Estados Unidos mantiene con Japón y otros aliados de la región juegan un papel vital en garantizar la paz en la región. Por todo ello nuestras relaciones con los Estados Unidos seguirán siendo la piedra angular de nuestra política exterior en defensa.
(e)Tres principios para la no exportación de armas:
Otro pilar de la política exterior de posguerra son los esfuerzos para prevenir conflictos internacionales incluyendo las medidas activas para garantizar que Japón no propicie tales conflictos. En este sentido, desde 1967, Japón ha mantenido una política de Tres Principios sobre exportación de armas, de acuerdo con la cual no autorizamos la exportación de armas a los siguientes tipos de naciones:
(i) países comunistas,
(ii) países a los que la exportación de las armas está prohibida por una resolución de las Naciones Unidas, y
(iii) países implicados en un conflicto internacional
Y además, Japón se ha comprometido a abstenerse a exportar armas al resto del mundo. Es decir, aunque Japón tiene una industria armamentista, tenemos la firme política de no convertirnos en un país proveedor de armas y de no obtener beneficios por la venta de armas al extranjero.
(f)Esfuerzos para la eliminación de las armas nucleares:
Creemos firmemente que las armas nucleares no deben volver a ser utilizadas nunca jamás y que es nuestro deber hacer los máximos esfuerzos para crear un mundo sin armas nucleares. Ya expliqué los tres principios no nucleares y las razones por las que están firmemente arraigados en la política nacional de mi país.
En el ámbito multilateral, Japón ha prestado atención prioritaria al desarme nuclear y a la no-proliferación de armas nucleares. Hemos venido contribuyendo a los esfuerzos internacionales tanto para realizar el fortalecimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear, mediante la adhesión a este tratado de todos los países, como para conseguir la entrada en vigor, cuanto antes del tratado sobre la prohibición de pruebas nucleares con el fin de reforzar la eficacia del régimen internacional de no-proliferación. Cada año desde 1994, Japón ha tomado la iniciativa para que la Asamblea General de las Naciones Unidas adopte una resolución sobre la eliminación de todas las armas nucleares.
(2)Cooperación Internacional:
El segundo principio de la política japonesa es contribuir activamente a la creación y mantenimiento de la paz en la sociedad internacional. Esta contribución se podría dividir conceptualmente en dos tipos diferentes de cooperación internacional, es decir, la cooperación económica y la cooperación militar.
3. Cooperación Económica
Después de la Segunda Guerra Mundial, la contribución de Japón a la comunidad internacional se limitaba a los aportes económicos, financieros y técnicos. Esto se debió en buena medida a la memoria que la guerra había dejado en ciudadanos y autoridades japonesas. Una posible cooperación en el campo militar nos recordaba a la Segunda Guerra Mundial que fue nefasta para los países de Asia y para Japón también, y había por ello cierta reticencia a embarcarse en emprendimientos para llevar la paz al exterior. Además era “tabú” hablar de este tema. Un segmento importante de la opinión pública no se sentía cómodo con la idea de enviar las Fuerzas de Autodefensa al extranjero incluso para misiones de carácter humanitario. Algunos afirmaban erróneamente que la participación de Japón en las operaciones humanitarias multilaterales llevaría con el tiempo al envío de tropas al extranjero para objetivos no pacíficos.
La asistencia de Japón en esa época se centraba en la cooperación económica, aprovechando el rápido crecimiento de la economía del país y las ventajas que la utilización de la tecnología de punta como una herramienta de cooperación económica y técnica llevaban.
Dicho esto, no es mi intención menospreciar la cooperación económica. Es preciso aclarar que el tema de la paz y seguridad internacionales está estrechamente relacionado con la cuestión de desarrollo. Dicen que existe una relación de causa entre la pobreza y los problemas de gobiernos fallidos y corrupción. La pobreza puede ofrecer un caldo de cultivo para el terrorismo que afecta a todas las naciones del mundo. Por lo tanto no podemos ser indiferentes a los problemas de subdesarrollo y de pobreza aunque sean de países lejanos.
En este sentido, la cooperación para el desarrollo ha sido y sigue siendo una pieza clave de nuestra aportación a la paz y prosperidad internacional. Nuestro programa de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) tiene una historia que se remonta al año 1954. Durante los más de 50 años que han transcurrido desde entonces hemos proporcionado un total de 220 mil millones de dólares en AOD. Conviene recordar que en la década de los 90, Japón se convirtió en el primer país donante de AOD por delante de los Estados Unidos, alcanzando en 1995 la cifra récord de 15,000 millones de dólares.
También quisiera recordar que el Gobierno de Japón prohíbe la utilización de su AOD con fines militares. Es decir, Japón no brinda cooperación con objetivos militares, ni para entrenamiento militar, ni para equipamiento militar, sino sólo con fines pacíficos.
Hoy contemplamos con satisfacción el “milagro económico” de la mayoría de los países de nuestro entorno. Así ya en los 80, se condolidaron los primeros “tigres asiáticos” (Corea del Sur, Taiwan, Hong-Kong y singapur). Después, en los 90, se unieron Tailandia, Malasia e incluso Indonesia que han logrado niveles de desarrollo espectaculares.
Si miramos objetivamente al pasado, Japón puede considerar exitosa su apuesta por la AOD, las inversiones directas, la transferencia de tecnología y la apertura comercial como palancas del desarrollo y aumento del nivel de vida de los países del ASEAN y de otros de la región.
Resumiendo, durante esta época, desde 1951 hasta los principios de los 90, la política exterior de Japón se dedicó prioritariamente a la asistencia al desarrollo de los países pobres, especialmente de los países asiáticos. Esta política ha dado unos resultados muy positivos.
4.
Evolución de la políticia japonesa para la paz y prosperidad mundial
A comienzos de los 90, Japón comienza a involucrarse directamente y de forma más amplia en proyectos relativos a la seguridad mundial. Esta diversificación de las formas de cooperación de Japón se debió al mismo desarrollo del país en su mentalidad y a la globalización cada día más profunda.
Este mundo globalizado se torna más interdependiente y un país como Japón (segunda economía del mundo) no puede ser indiferente a los acontecimientos en el exterior, que por supuesto tienen consecuencias positivas y negativas para el mismo Japón. Ningún país puede por sí solo garantizar su seguridad aislado del resto del mundo. Se requiere una implicación más directa y profunda con las operaciones internacionales para la paz.
Un acontecimiento simbólico que significó un punto de inflexión para el cambio de mentalidad de los japoneses y del gobierno de Japón fue la Primera Guerra del Golfo en 1991 tras la invasión de Sadam Husein a Kuwait.
Después de la invasión el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que contribuyera con tropas a la coalición internacional liderada por los Estados Unidos. Ante este llamamiento el gobierno japonés planteó en el Parlamento una ley que diera cobertura legal a un eventual envío de las Fuerzas de Autodefensa Japonesa al Golfo Pérsico, para dar un apoyo logístico a las fuerzas multinacionales autorizadas por el Consejo de Seguridad. Sin embargo, esta ley no salió adelante y Japón se limitó a financiar el gasto militar de los países asiáticos y africanos afectados por el incidente. Con este fin, el Gobierno japonés estableció un impuesto especial sobre la nafta(gasolina) a través del cual se recaudaron 13.000 millones de dólares. O lo que es lo mismo, cada ciudadano japonés, incluyendo los bebés y ancianos, contribuyó con 100 dólares al esfuerzo de la coalición internacional para liberar Kuwait.
A pesar de este ingente esfuerzo del pueblo japonés, tras la liberación de Kuwait poca gente apreció la contribución japonesa. Es más, cuando una vez liberado, las autoridades de Kuwait agradecieron a la comunidad internacional sus esfuerzos en laguerra del Golfo, lo hicieron a través de un gran anuncio en el diario New York Times. Sorprendentemente, Kuwait no incluyó a Japón entre los Estados que habían contribuido a liberar a su país porque no hubo ningún soldado japonés en la coalición internacional.
Este “olvido” tuvo un enorme impacto en la opinión pública japonesa que empezó a tomar conciencia de la importancia de dar visibilidad a nuestras contribuciones internacionales. Les quedó claro a todos los japoneses que la contribución sólo en forma financiera no era suficiente cuando muchos otros países participaban en el esfuerzo internacional con una presencia humana. Para cumplir nuestros deberes como miembros responsables de la comunidad internacional era necesario que fuéramos más allá de las contribuciones financieras y que aportáramos recursos humanos a las misiones de paz.
Era el momento de contribuir directamente al mantenimiento de la paz. En 1991 una vez finalizados los combates de la Guerra del Golfo, el gobierno de Japón envió buques dragaminas que hicieron una magnífica labor en la zona, siendo decisivos en la normalización del tráfico marítimo en la región.
El hecho trascendente para la política exterior japonesa fue la reacción de la opinión pública, que por primera vez comprendió y tomó conciencia de la importancia de dar visibilidad a las aportaciones internacionales y de que Japón no podría contribuir a la paz y seguridad del mundo sólo a través de la ayuda financiera.
En el año 1992, la Dieta Japonesa aprobó una nueva ley que autorizó la participación de nuestras Fuerzas de Autodefensa en las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas. Esta ley permite el envío de unidades de las Fuerzas de Autodefensa en operaciones de mantenimiento de la paz avaladas y financiadas por la ONU. Sin embargo, se excluyó la participación en fuerzas multinacionales autorizadas por el Consejo de Seguridad.
A partir del mismo año, nuestras Fuerzas de Autodefensa participaron por primera vez en las misiones de paz de la ONU, enviando personal a Camboya para formar parte de los esfuerzos internacionales para la reconstrucción de ese país. Fueron 600 soldados y 75 policías civiles a Camboya.
El pueblo japonés pudo confirmar directamente a través del envío de tropas a Camboya que esto no sólo recibió una buena acogida por el pueblo camboyano sino que logró mejorar la imagen de nuestro país en el ámbito internacional. Una encuesta realizada en los últimos años indica que un 70% de los japoneses aprueban la participación de Japón en misiones de paz de la ONU.
Hasta la fecha hemos participado en ocho operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU así como 5 operaciones humanitarias, incluyendo el envío de las Fuerzas de Autodefensa a Mozambique, El Salvador y Timor Oriental (Timor Leste). Desde 1996 hasta el día de hoy hemos mantenido la presencia de las Fuerzas de Autodefensa en los Altos del Golán como parte de la Fuerza de Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS).
Más recientemente nuestras Fuerzas de Autodefensa participan también en los esfuerzos de paz de la comunidad internacional en Afganistán e Irak.
Tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, Japón da un paso más en su política de contribución a las operaciones de paz y seguridad internacionales. Este paso, consiste en aprobar, a través de leyes especiales caso por caso, el envío de unidades militares japonesas a operaciones multinacionales. Así, en octubre de 2001, el Parlamento japonés aprueba la “Ley sobre Medidas Especiales en materia Antiterrorista”, con el fin de dar cobertura legal a los trabajos de control del tráfico marítimo en el Océano Índico. En virtud de esta ley, desde noviembre de 2001, buques petroleros de las Fuerzas de Autodefensa se encuentran en el Océano Indico para apoyar la lucha contra el terrorismo en Afganistán mediante el suministro de combustible a los barcos de guerra de nuestros aliados. Hemos abastecido de combustible a los buques de EEUU, Gran Bretaña y España entre otros países. También los aviones japoneses proporcionan apoyo logístico a las operaciones de la coalición internacional mediante el transporte de sus tropas. El objetivo de esta misión enmarcada dentro de la operación “Libertad Duradera” es impedir las vías de suministro marítimo a los grupos terroristas. La participación japonesa sigue vigente en la actualidad y hasta el mes de enero de 2009.
Por otra parte, en Japón ha habido mucha polémica sobre el envío de efectivos militares a Irak. En 2003, Japón decidió enviar las Fuerzas de Autodefensa a Irak y desde entonces ha mantenido unidades militares allí. Es la primera vez que Japón participa en un ejército multinacional. Nosotros creemos que la reconstrucción de Irak y el bienestar de su pueblo son imprescindibles no sólo para los iraquíes sino para la paz y estabilidad de la región e incluso de la comunidad internacional. Puesto que un 90% del petróleo consumido por Japón proviene del Oriente Medio, la paz y estabilidad de Irak influye directamente en nuestra propia paz y prosperidad. Además si Irak se convirtiera en un santuario para los terroristas del mundo, constituiría una grave amenaza para todo el mundo.
Por estas razones, Japón ha enviado 600 miembros de las Fuerzas de Autodefensa para llevar a cabo actividades puramente humanitarias en Samawah, una ciudad en el sur del país. En sus tres años allí nuestros militares han contribuido a mejorar la vida de la comunidad local a través del abastecimiento de agua potable y la construcción de escuelas y hospitales. Nuestras Fuerzas Armadas de Autodefensa han sido recibidas por la comunidad local con gran entusiasmo y gratitud. Creemos que hemos hecho lo correcto. Las unidades japonesas fueron retiradas de Samawah en julio del 2006.
En resumen, de 1956 a 1991 nos centramos en la ayuda económica. De 1992 a 2001 participamos en operaciones de mantenimiento de la paz gracias a la ley marco de 1992. Y además, del 2001 hasta nuestros días, participamos en algunas operaciones multinacionales.
Aquí quisiera recordadles que junto con este tipo de cooperación internacional en el campo militar seguimos la AOD como uno de los principales donantes del mundo.
5. Diplomacia de valores
¿Como podemos denominar el ideal japonés para la aportación a la paz mundial? Lo llamamos “diplomacia de valores”, porque creemos en ciertos “valores universales” como la democracia, la libertad, el respeto por los derechos humanos, el estado de derecho y la economía de mercado y creemos también que sólo los pueblos que comparten esos valores pueden conseguir desarrollo económico y estabilidad política y, al fin, la paz duradera. Japón, siendo la primera democracia de Asia, la segunda potencia económica mundial y teniendo en cuenta sus grandes logros, merece ser considerado como un país “veterano” en esta materia. Esta convicción nuestra viene de la experiencia a lo largo de nuestra historia. Por ello, y con el objetivo de compartir esos valores con la sociedad internacional, Japón promueve sus esfuerzos diplomáticos para la promoción de la paz a través de la prosperidad y la democracia en el resto del mundo. Esto es tanto una declaración de nuestra capacidad como una expresión de nuestra determinación. Además, esta visión de la “diplomacia de valores” japonesa es una visión no sólo del gobierno de mi país, sino que es también ampliamente compartida y respetada por el pueblo japonés, que se enorgullece de ella y que está dispuesto a asumir esta mayor responsabilidad y rol de Japón.
Si pensamos en este ideal de la “diplomacia de valores” es algo que ya habíamos realizado en el pasado pero con otro nombre. Tal es el caso de la asistencia para el desarrollo que Japón realizó exitosamente Asia del Este. Con la cooperación económica hamos podido promover el bienestar de los pueblos y lograr, salvo algunas excepciones, la libertad política y la democracia en la región. Ejemplos destacados son, Corea del Sur, Taiwán y algunos países de ASEAN que han conseguido democracia y prosperidad. También contribuimos a cimentar las bases de la construcción nacional con el establecimiento de sistemas jurídicos y judiciales en Camboya, Laos, y Vietnam, entre otros, y asistimos financieramente a varios países de Europa del Este durante la última fase de la Guerra Fría Europea y de Asia durante la crisis financiera de fines de los años 90). En efecto, pudimos contribuir al desarrollo de esos países, a partir de lo cual todos ellos hoy gozan de prosperidad, libertad, estado de derecho, respeto a los derechos humanos, democracia y economía de mercado.
6. ¿Qué hemos hecho y qué podemos hacer con la Argentina?
Argentina y Japón son dos naciones que comparten valores fundamentales de la democracia, respeto por los derechos humanos y economía de mercado. Somos dos países que entendemos la importancia de tener un sistema democrático y el valor de la PAZ. El énfasis en la cooperación multilateral y su orientación pacífica son dos características comunes de nuestras actividades diplomáticas.
Prueba de ello fue la posición compartida por ambos países cuando ocupaban asientos no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU durante el año 2006 y cuando se condenó el lanzamiento de misiles balísticos por parte de Corea del Norte; exigiendo a todos los países que impidieran la transferencia de misiles y de tecnología conexa y de recursos financieros destinados a esos programas misilísticos de Corea del Norte.
Respecto a otro tipo de cooperación existente en la actualidad entre Japón y Argentina, hay una modalidad de asistencia que es el Programa de Cooperación Conjunta entre el Japón y la Argentina (PPJA), orientado al desarrollo de terceros países latinoamericanos en vías de desarrollo y consistente en el reclutamiento de expertos argentinos que son entrenados por nuestro gobierno y destinados a tales países para actuar como transmisores de la tecnología y el “know-how” japoneses en diversas áreas. En este marco, tuvimos recientemente una experiencia muy exitosa en Perú.
Puede haber más áreas de cooperación entre Japón y Argentina en el futuro y espero que los países con los mismos valores podamos seguir cooperando para el objetivo común de paz internacional. Estoy convencido de que debemos y podemos ampliar e intensificar aún más nuestra colaboración en el contexto global en los años venideros.
Muchas gracias por su atención.